Al italianista Pedro Luis Ladrón de Guevara Mellado (Cieza, Murcia, 1959) lo conocía por algunos de sus poemas, así que este volumen de relatos que publicó con Huerga & Fierro ha supuesto para mí una novedad formal. Pero en modo alguno una diferencia de brillantez. Si muchos de sus versos de Itinerarios en la penumbra me parecieron fascinantes, no menor alegría me han deparado las nueve historias contenidas en este tomo.“El cuadro” tiene como protagonista a un profesor y crítico llamado Luis, que se está quedando ciego y que acude hasta el estudio de su amigo Pepe, pintor de renombre, para hacerle un encargo muy especial: un lienzo con el que extasiarse en sus últimos días de vidente, y con el que retener el alborozo y el milagro de los colores. “Memoria de la desmemoria” también está protagonizada por un docente universitario, que recibe a un antiguo alumno y comparte con él unas interesantes (y angustiosas) reflexiones sobre la memoria y sus formoles. “Prisionero de Asoras” nos cuenta el modo en que el aguerrido luchador acaba con la vida de la princesa Dea para cumplir una asombrosa profecía. “Los mundos de mi mundo” nos habla de un hombre en silla de ruedas, de libros y de un baúl adquirido en una subasta. “El vigilante del museo” vuelve al tema del legendario Asoras (en concreto, a su armadura, conservada en un museo). “Por fin despacho” incorpora tintes de humor, sobre todo si pensamos con calma en los meses que permanece el protagonista en su despacho de la universidad sin que nadie se percate: ni sus inexistentes amigos ni sus desidiosos alumnos. Y en “Justicia india” también los vemos: ¿qué mejor forma de vengarse del hombre blanco, aniquilador de sus tribus, que regalarles un vicio absorbente?
Con argumentos construidos con elegancia y redactados con finura, Pedro Luis Ladrón de Guevara consigue en esta obra un libro de cuentos notable, que sin duda merece la pena leer. Buena propuesta para el verano.