Los murubes del Capea

Por Antoniodiaz

Foto: Ignacio Tena


Carlos Ilián Marca


Los taurinos deben estar babeando de gusto ante la corrida de San Mateo y San Pelayo. Ese es el toro industrial que los enanmora. Toros para no pasar fatigas y para cortar las orejas, pero muy lejos del auténtico toro bravo. En todo caso estamos en Valencia y aquí manda el relumbrón sin exigir rigores.En efecto, El Niño de la Capea envió a Valencia una corridita pobre de cabeza pero noble y suave hasta decir basta. Con tan buen género no es de extrañar que El Cid se sintiera a gusto y nos recordara a su mejor versión, especialmente en unos naturales al cuarto magníficos, de su mejor cosecha. También había estado impecable sobre ambas manos en el primero. Sin embargo habrá que reprocharle ese cambio brusco e injustificado, cuando bordaba el natural, para echar mano del efectismo. Con la espada ha estado muy seguro. Una oreja en cada toro y al final compartió la puerta grande con Perera.
Una puerta grande que el extremeño se ganó a base de temple y también de conocer la psicología de esta plaza. En efecto,su segundo toro se había parado mucho y el torero extremeño recurrió al efectismo de los tres en uno, sin enmendarse un milímetro. Era un recurso lícito ante la falta de casta del toro. Todo lo que hizo en sus dos faenas resultó irreprochable en cuando a temple y ligazón. Estuvo mejor colocado en su segunda faena, porque en la primera abusó de su vicio de ponerse fuera de cacho y dejar retrasada la pierna contraria. Y no olvido el alevoso bajonazo con el que estoqueó al quinto toro. pero eso de los bajonazos no se tiene en cuenta por estos lares y, por supuesto, le dieron la orejita de rigor.Por lo demás faltó la emoción del toro bravo de verdad, pero eso es cuestión del ganadero.
Cayetano abrevió con su primero que se partió un pitón. Tuvo el gesto de matar con la mano izquierda para salir de la suerte por el pitón sano. Un detalle que lo dignifica. Sin embargo en el sexto, un sobrero de Zalduendo dió un recital de incompetencia técnica. El toro tenía algo de genio y mucha mansedumbre. Cayetano parec ía un principiante en una plaza de carros. Con los papeles perdidos optó por no prolongar aquel despropósito. Un auténtico petardo. Pero no importa seguirá en los carteles de lujo.Nota: Me sorprende un poco, dada mi ignorancia, que en todas las críticas se hable de toros chicos, sin leña, mal presentados. Quizás, no lo sé, estaban en el tipo del encaste, bajos, badanudos, corniplanos y con poca cara. ¿Se puede hablar entonces de mala presentación cuando un toro está en tipo?