Saben que los partidos bisagra tienen mucho poder en España, donde aportando unos pocos escaños logran un gran poder. Que se lo pregunten al nacionalismo vasco, catalán, gallego y andaluz.
Su líder es Mustafá Bakkach, un musulmán marroquí cercano a Rabat, periodista, profesor de árabe en Granada, miembro relevante de la Comunidad Musulmana denominada "Al Hégira", y tesorero del Consejo islámico de España.
Desde hace 15 años reside en España y dedica gran parte de su actividad en apoyo de los inmigrantes. Recientemente, aunque con reservas, acudió a uno de los fastos de la corte de Mohamed VI.
El PRUNE aspira a implantarse en toda España y no sólo a conseguir los votos de los 1.3 millones de musulmanes que viven en España, sino también los de muchos otros inmigrantes que se sienten desamparados en territorio español.
El Islam es la ideología central del partido, cuyo líder reconoce que "tendrá en cuenta el Islam en su actuación política, considerándolo como factor determinante para la regeneración moral y ética de la sociedad española".
La formación quedó inscrita en el registro del Ministerio del Interior el pasado 23 de julio.
La primera sede establecida es en Asturias, cuna de la Reconquista, para que no exista duda de cuáles son las intenciones. La segunda sede es la de Granada.
El partido es consciente de que los musulmanes pretenden ya imponer abiertamente sus costumbres en España, donde hay municipios en los que los musulmanes ya son mayoría.
El PRUNE no pretende la integración de los musulmanes en la cultura española, sino vivir con sus leyes y costumbres propias dentro de España, un objetivo que, según los juristas, viola la Constitución y genera un peligro claro de segregación y creación de guetos en las ciudades.
Si el nuevo partido se consolida y se abre camino, el control de las autonomías de Ceuta y Melilla, donde la población musulmana ya es dominante, podría caer en sus manos.
Según muchos expertos en derechos constitucional, existen argumentos y motivos para ilegalizar este nuevo partido, si España se atiene a los mandatos de su Constitución, pero algunos políticos creen que la mejor forma de controlar a los musulmanes es tenerlos agrupados en un partido que entre en el juego político, dialogue y negocie.
Francisco Rubiales