El entremado de negocios creado por Iñaki Urdangarín está bajo el punto de mira de la justicia. Se investiga, de hecho, un presunto delito de corrupción vinculado al Instituto Nóos, presidido por el yerno del rey. Ahora entendemos porque Iñaki Urdangarín hizo la maletas hace más de un año con destino a la capital de Estados Unidos. Nos dijeron entonces, aunque muchos no lo creímos, que iba contratado como alto directivo de una gran empresa. Ahora, todo parece indicar que escapaba de su propia sombra antes de que el escándalo estallara. La casa real calla porque sabe que en casos como éste es mejor no decir nada y confiar en que la justicia y los medios se sometan a la lealtad a la corona y presenten un servicio más a la institución. Sin embargo, no podrán evitar, más allá de lo que ocurra, que antes o después la casa real empiece a tener fugas y lo que hoy parece intocable mañana puede hacer aguas por todos lados. Ojalá. La demoracia lo agradecerá y la ciudadanía también. La monarquía es un anacronismo y por experiencia sabemos que cuando tiene que buscar aliados siempre lo hace con los más poderosos y reaccionarios. Es posible, de todos modos, que lo que se pasó por alto en el caso del rey, no se perdone en el caso de su yerno y donde hoy se pretende cubrir los hechos con un manto de silencio mañana habrá que dar explicaciones y parece obvio a tenor de los acontecimientos que no será fácil.