Lo que más duele a un niño no es el insulto o el golpe recibido sino el impulso que lo genera.
Ni siquiera en la totalidad de los océanos cabría entera la lágrima que derrama el corazón de un niño maltratado.Pero el llanto que se desprende y cae de las nubes del puro capricho no es sino agua venenosa para las amapolas del valle.
Cuando un niño pregunta no quiere que se le responda sino que se le escuche.
El niño es un espíritu redondo..... por eso rueda con facilidad por la vida sin hacer socavones en la calzada.
Cada niño, cada niña es Patrimonio Común de Toda la Humanidad.
En cada rama es el árbol entero el que crece, en cada ola es todo el mar el que se desplaza y en cada estrella es la totalidad del cosmos la que se enciende. Y en cada niño se enciende, se desplaza y crece la genealogía completa de la gran familia humana.
El niño, como el árbol, crece gracias a lo que no se ve.
El niño, para soñar, ¡abre los ojos!
JOSÉ MARÍA TORO
Del libro LA SABIDURÍA DE VIVIR (3ª ed.) Editorial DescléeVideo presentación del libro La Sabiduría de Vivir.