Con muchas similitudes con La lista de Schindler, esta película narra la hazaña singular de Nicholas Winton, un británico acomodado que, ante la amenaza nazi sobre la ciudad de Praga, ayudó activamente a rescatar a casi setecientos niños judíos y buscar para ellos familias de acogida en su país, respetando escrupulosamente el derecho internacional. Aunque la narración es convencional, destaca en Los niños de Winton ante todo la actuación de Anthony Hopkins, como un hombre un poco introvertido que no considera que su pasado sea heroico, sino que más bien se encuentra atormentado (como el mismo Schindler) de no haber hecho más para rescatar a más niños. Resulta curioso que fuera a través de un programa de la televisión-espectáculo de los ochenta como se diera a conocer la hazaña de Winton y que el mismo programa, haciendo alarde de ese sentimentalismo que otorga grandes índices de audiencia, reuniera posteriormente a Winton con algunos de sus niños y sus descendientes. Lo malo de la película de Hawes es que deja algo frío al espectador. Intenta recurrir a la emoción fácil a través de la música, pero lo que se ve en pantalla es demasiado convencional, como algo ya contemplado muchas veces.