Tradicionalmente la oscuridad está asociada a los miedos y temores infantiles, frases como 'deja la luz del pasillo encendida' son habituales en los hogares donde hay niños. Las lucecitas anti miedo que se conectan en los enchufes son también fáciles de encontrar en los cuartos infantiles.
Esa pequeña claridad hace que los pequeños se tranquilicen y duerman más tranquilos. Pero, ¿de dónde viene esa necesidad? ¿Realmente necesitan la luz para dormir?
Lo cierto es que el hecho de tener luz es algo a lo que les hemos acostumbrado nosotros, sus padres, igual que hay niños que necesitan su mantita, su muñeco o el chupete para dormir, otros necesitan una luz para descansar. Los niños cuando están en el vientre materno están completamente a oscuras, es su ambiente natural, pero cuando salen al exterior las cosas cambian.
El pedir la luz es una conducta aprendida
Cuando es de noche y llega la hora de dar el pecho o tomar el biberón lo normal es que la madre lo haga con una pequeña luz. Día tras día el niño va a asociando este momento en el que se alimenta y además está con su madre a la presencia de la luz, si cuando lo dejamos en la cuna apagamos la luz, lógicamente el bebé va a llorar, en principio no por la oscuridad sino por la falta de contacto con su madre. Seguramente al dar la luz se tranquilice, porque además le hablamos o le cantamos para calmarle, y poco a poco de esta forma, la luz se convierte en un elemento necesario a la hora de poder dormir.
También hay padres que consideran que debe haber alguna luz en la habitación de sus hijos, porque al igual que la mayoría de gente piensa que los niños tienen miedo a la oscuridad. Esto es un error, los bebés se acostumbran a lo que se les enseña. Si colocamos una luz en su cuarto y en el momento en que pensamos que ya son mayores la quitamos, llorarán porque se habrán acostumbrado a ella.
Los bebés no necesitan luz para dormir: aparece sólo a partir de los 2 ó 3 años
Un bebé no va a tener ningún problema en dormir con la luz apagada, de hecho es lo natural para ellos y además es lo más beneficioso desde el punto de vista médico ya que con la oscuridad el organismo segrega una hormona llamada melatonina, necesaria para un sueño reparador. La oscuridad por otro lado les permite distinguir el día de la noche y acoplar mejor su ritmo al de los adultos.
Conseguir esto es tan sencillo como propiciar esa oscuridad y el ambiente tranquilo cuando llega la noche. Si hay que darle el pecho o dispensar cualquier cuidado podemos hacerlo con la luz más tenue posible y durante el tiempo imprescindible, es bueno también acunarlo en la oscuridad y no contar con ninguna luz extra en su habitación. Si contemplamos la oscuridad como algo normal el bebé también lo va a hacer y cuando sea más mayor no va a pedir luces ya que estará acostumbrado a dormir con la luz apagada.