Los niños perdidos.capítulo 6⁰

Publicado el 20 octubre 2024 por Luismi

¿OTRO MUNDO?

La negrura era espesa, no se podían ver los unos a los otros. Al menos podían comunicarse para saber dónde se encontraban, pero ese era precisamente el problema principal para Jimmy. Este decidió nadar en dirección a la que lo llevaba la corriente para llegar antes.

  • ¡Sara! ¡Bob! ¡Cris! – gritaba Kelly.
  • ¡Estamos aquí! – contestaron al unísono.
  • Y Jimmy? – preguntó Joe – No puede contestar.
  • Claro, es mudo, Joe. – dijo Kelly.
  • Pues por eso. Ahora no sabemos si está a flote o ahogándose. – dijo Joe.

Después de un largo rato, hubo silencio, el cual se rompió por el grito de los niños. Kelly quería animar a su novio.

  • ¡Cristian! – llamó ella.
  • ¡Qué! – contestó este.
  • ¿Qué haces? – preguntó Joe. – ¿Para qué lo llamas?
  • ¿Está Jimmy con vosotros? – preguntó Kelly bastante preocupada.
  • No te preocupes, Joe. – dijo
  • Lo de los rápidos ha sido una suerte. Allí no se puede nadar y aquí estamos dejándonos llevar por la corriente. Él podría hundirse. – decía Joe.
  • No seas tan pesimista. Sé lo que sientes porque yo antes también lo he sido, pero cambié por ti. Ahora no cambiarás de tío guay a pesimista, ¿no? – bromeó Kelly.
  • No, claro que no. Pero es que no se trata de ser pesimista o no…se trata de la vida de mi hermano.

De pronto, vieron una luz más adelante. ¿Será una salida? ¿Podrán escapar de los asesinos? Porque, aunque hayan pasado dos días sin encontrarlos, Kelly. – Lo más probable es que sepa nadar. Los rápidos no son su fuerte, pero demostró poder estar a flote.ellos no se rinden tan fácilmente. Bueno, Jerry no sabía ni lo que hacía, pero acataba órdenes.
La luz se veía más conforme iban acercándose. Cuando la corriente los llevó hasta allí, no creyeron lo que vieron. Era hermoso.

  • ¿Has visto cuántos animales? – preguntó Sara.
    Todos ellos subieron ese agujero, era una cueva, dentro de la cueva. Era más grande, mucho más grande.
  • Está todo verde, los árboles llenos de hojas con sus ramas largas, los pájaros cantan…- decía Cristian.
  • Y las nubes se levantan. Bromeó Bob.
  • ¡Calla! ¿Es que no ves este precioso lugar que tienes ante ti? – dijo Cris.

Se veían toda clase de animales caminando tranquilamente o disfrutando de una merecida siesta.

  • ¿Será esto un nuevo mundo? – preguntó Bobby.
  • ¡No vengas otra vez con tus imaginaciones, Bob! – exclamó Sara.
  • Mira, Bob. Fíjate bien. – dijo Joe. – ¿Ves que todos los animales tienen sus crías?
  • Si. Contestó Bobby.
  • Pues esto es el lugar donde vienen a criar todos los animales del bosque. – explicó Joe.
  • Eso es evidente. – afirmó Cristian. – Pero no es posible que tantos animales críen juntos, es imposible. No puede ser.
  • ¿Por qué no? – preguntó Sara.
  • Porque un oso no se lleva bien con un lobo, por ejemplo. Y para criar, ¿sí? – se preguntó Cristian.
  • Quizás se vuelvan más tiernos entre sí mientras crían- opinó Kelly.
  • Eso no es lo que he visto en documentales. Todo esto es muy extraño. -alegó Cristian. – Nunca se ha visto algo así. Lo que estamos viendo ahora es un descubrimiento extraordinario.

De repente, detrás de Cris, apareció Jimmy con una cría de conejo. Cristian dio un brinco hacia adelante del susto, dio la vuelta y sonrió aliviado.

  • ¡Qué monada! – exclamó Sara.
  • Es precioso, Jimmy. ¿Dónde lo has encontrado? – preguntó Kelly.

Bob cogió a la cría en brazos, mientras Cris y Sara la acariciaban con ternura. Jim hizo un gesto con la mano y señaló hacia unos arbustos. Kelly, por simple curiosidad se acercó y vio algo maravilloso…cinco crías de conejo más con sus padres. Cada conejillo tenía un color distinto. Ella cogió uno y preguntó:

  • ¿Me lo prestáis?
    El macho hizo un gesto afirmativo…o eso le pareció a ella, lo cual la asustó muchísimo.
  • ¡Estos animales nos entienden! – gritó Kelly, dejando el conejito de nuevo en el suelo. -¡Tenemos que irnos de aquí!
  • Ya habéis oído. Dejad al conejo en el suelo. – dijo Joe.
  • ¡Kelly! – llamó Cristian
  • ¿Qué? – contestó esta.
  • Estate tranquila. Ha sido pura casualidad. Nos entienden como un perro entiende a su amo y el conejo ha movido la cabeza agachándose para comer hierba- explicó Cristian.
  • Lo siento. Os he asustado a todos inútilmente. – dijo Kelly muy apurada.
  • Un poco más y nos sacas el corazón del susto, – dijo Sara.
  • Es igual lo que haya pasado, pero hablando de comer, yo tengo un hambre que me mareo ya. – decía Bobby
  • Yo también. – aludió Cristian.

Los demás también dijeron que tenían hambre y Jimmy se señaló a sí mismo y a su barriga.

  • Vale, voy a sacar de la mochila la lata de mejillones. ¿Os gustan? – preguntó Kelly.
  • De acuerdo. Tenemos hambre, así que queremos lo que sea. – contestó Joe.

Se sentaron en la hierba rodeados de conejos, ardillas y jabalíes… un poco extraño, pero fue así.
ÑAM ÑAM
Después de comer, volvieron a quedarse con hambre, pero no tenían otro remedio más que dejar las dos latas de conservas que quedaban en la mochila. Las cosas de la costura las perdió. Seguramente las dejó al lado de aquel árbol donde le “cosió” la pierna a Edgar.
Cuando terminaron, se levantaron y se dispusieron a regresar al campamento…

  • Vamos a ir al campamento. – sentenció Joe. Casi todos volvieron su rostro desencajado hacia él.
  • Pero ¿por qué? – preguntó Bob.
  • Tu confía en él. -dijo Cristian.
  • Respóndele bien, Cris. – decía Sara. – Es que a lo mejor hay algún teléfono para avisar a la policía.
  • ¿De qué -preguntó Cristian? – ¿De que han matado a nuestro amigo y que nos persiguen dos asesinos por ver los hechos en el campamento?
  • Aparte de eso. – decía Kelly. Tendremos que decirles dónde estamos….y qué mejor lugar que el campamento para encontrarnos con mayor facilidad.
  • ¿Y volver a andar todo el camino que hemos recorrido? – preguntó Bobby.
  • Si. – contestó Sara.
  • ¡No puede ser! ¡Estáis locos! – exclamó Cristian. – Hemos pasado por todo lo imposible. A los rápidos, a los disparos, a un mago loco, a una corriente y ahora a esto…un micro mundo donde los animales se comportan de manera extrañamente familiar entre ellos mismos. Ni siquiera sabemos dónde nos encontramos… ¿cómo queréis volver al campamento? Y yo decía que confiáramos en ti.
  • Mira Cristian, tranquilízate. – dijo Joe. – Ya encontraremos una forma de…
  • ¿De qué? -interrumpió Cris. – ¡De matarnos! ¡Suicidarnos! O quizás sea mejor quedarse aquí y esperar a los asesinos, ¿no? – y rompió a llorar.
  • Siempre hemos encontrado una manera de escapar. ¿Por qué esta vez va a ser diferente? – preguntó Joe mirando a Cristian.
  • Tienes razón…me he precipitado (sniff) pero tenéis que comprenderme. Los nervios juegan la mayoría de las veces una mala pasada. – dijo Cris.
  • Te comprendemos. – dijo Bob.

Jim miró a Cristian con cara de entenderlo todo. No pronunciaba ni una palabra de sus padres; los otros se preocupaban por ellos, pero es que Jimmy tenía una madre alcohólica (al igual que Kelly) y un padrastro que lo maltrataba, como también hacía con su hermano Joe.
Jim le puso la mano en el hombro a Cris, mientras los demás iban andando por delante. Movió la cabeza hacia abajo y le echó una sonrisa como diciendo que lo comprendía. Cris no supo como interpretarlo muy bien, pero también posó su brazo en el hombro de Jim y siguió a los demás.
Dieron la vuelta entera por el mismo sitio del que vinieron, agarrándose a los salientes de las rocas en la oscuridad, llegaron a la salida de la cueva. No había ni rastro de los asesinos, ni del puente y tampoco del campamento. Todo les parecía muy extraño…

  • ¿Crees que estamos perdidos del todo? – preguntó Bob.
  • No sé si estamos perdidos. – contestó Sara.
  • A lo mejor es que no estamos donde estuvimos antes. – decía Cristian. Jim se encogió de hombros.
  • ¿Qué quieres decir? – preguntó Joe.
  • Quiero decir que este no es el lugar donde estuvimos antes de que viésemos a ese mago…emm ¿cómo se llamaba?… lo tengo en la punta de la lengua…
  • Querek. – dijo Kelly. – Se llamaba Querek.
  • Sí, eso es. Querek. Ese mago lo que quiso era ayudarnos y nos quitoó de encima a esos asesinos, pero a la vez…
  • ¡Nos llevó a una especie de país de las maravillas! – interrumpió Bobby.
  • Joe, Kelly, Sara. ¿Es que no lo entendéis? -preguntó Cristian muy nervioso. – Estamos en otro mundo. Ya decía yo lo bonito que era este mundo, con todos esos animalitos juntitos. ¿No entendéis? ¿De verdad? Ja.
  • No te entendemos Cristian. Explícate. – sugirió Kelly.
  • Lo que quiero decir es que los animales nos entienden cuando hablamos, que el conejo macho te comprendió. No fue una casualidad como dije.
  • ¡Corta el rollo! – exclamó Joe.
  • No, creo que tenemos que escucharle. – dijo Sara. – Puede que nos ayude.
  • Es cierto. – se disculpó Joe. – Lo siento, Cris. No quería hablarte así, pero estoy fuera de mí. Estoy nervioso.
  • Disculpas aceptadas. – dijo Cristian. – Estaba diciendo que estaba claro, que no estamos en nuestro mundo. Es otro. No sé cual ni dónde está. Quizá se trate de una dimensión paralela. Querek habló del paso del tiempo. Quizás en nuestro planeta hayan pasado meses o años…estoy muy preocupado.
  • Así estamos todos. – dijo Sara. – Todos que somos todos y todos somos nosotros. Nosotros y los animales, los árboles, las plantas, los árboles. Las plantas, el agua, …
  • No entiendo. – la interrumpió Bobby. – Estás desvariando, Sara. ¿Qué te pasa? – le preguntó muy extrañado de escuchar hablar a su hermana de esa manera tan extraña.

De pronto todos se quedaron muy quietos. Cristian y Sara comenzaron a volverse traslúcidos. ¡Estaban desapareciendo! Kelly intentó abrazarlos, pero era como intentar coger a un fantasma. Cristian se miraba incrédulo las manos y Sara gritaba desconsoladamente pidiendo ayuda mientras desaparecían del todo ante la vista de sus amigos. Bob y Jim se quedaron boquiabiertos.

  • Esto no puede estar ocurriendo, ¿verdad, Joe? – preguntó Kelly.
  • ¿Qué? – contestó este como un pasmarote.

El suelo comenzó a temblar. Ellos estaban horrorizados. EL paisaje cambió abruptamente. Los árboles se convirtieron en palmeras y los arbustos en plantas prehistóricas.

  • ¿Esto que es ahora? – preguntó Bob mirando a Kelly, que estaba abrazada por Jim.
  • Esto tiene que ser un juego de Querek…- decía Joe, pero fue interrumpido por un estruendo muy desagradable.
  • ¡Anda! Se…se parece a la pisada de un Di…dinosaurio. – dijo Bobby.
  • Perfecto, – dijo Kelly. – Eso sería lo que nos faltaba ahora. Creo que te has vuelto loco, enano.
  • No, quizás no. ¿No has visto nunca “Parque Jurásico”? – preguntó Jose
  • No, ¿por?
  • Mira, ¡un coche! – gritó Bob. –

Ciertamente más adelante había un vehículo gris de 5 plazas con techo acristalado. Corrieron hacia él.

  • ¿Qué hace aquí un coche?
  • Pues no lo sé. – dijo Joe- Pero nos viene de maravilla porque sé conducir y las pisadas esas se escuchan cada vez más cerca.
  • Tiene las llaves. – dijo Bob.
  • Perfecto. -contestó Joe- Bob y Jim atrás. Kelly irá de copiloto y yo conduciré. ¡Venga!

Subieron al vehículo y volvieron a escuchar ese estruendo seguido de un rugido. Además, para más inri comenzó a tronar y cayó la noche de pronto y a llover un aguacero de mil demonios convirtiendo toda la tierra en una tierra fangosa.

  • Estoy asustada. – musitó Kelly.
  • Todos lo estamos. – dijo Joe.
  • Es cierto. – decía Bob cuando vio que dos palmeras cayeron detrás del coche, salpicando el cristal trasero de barro. – ¡¡¡¡AAAhhhhh!!!!!!!!!¡¡¡¡¡¡¡UN Rex!!!!!!!!!!!!!!- gritó horrorizado.
  • ¿Un Rex? ¡Arranca, Joe! – gritó Kelly.
  • ¡Ya voy! ¡Ya Voy! – contestó Joe.

El rex provocó un ruido estremecedor y comenzó a perseguir el coche. Lo alcanzó con la cabeza y rompió parte del techo y el cristal trasero. Bob y Jimmy se agacharon detrás de los asientos delanteros.

  • ¡Aaaaaahhh!!¡Jooooeee!!¡Corre más!¡Vamos a ser su cena! – gritaba Kelly.
    El rex volvió a golpear el vehículo, el cual dio dos vueltas y cayó bocabajo.Los cuatro acabaron magullados, pero al menos el rex desapareció.
  • ¡Dios mío! – gritó Joe
  • Espero que después de esto Spielberg nos contrate para sus películas. – dijo Bobby.
    Jim lo miró muy serio.
  • Vale, vale, no me comas. Es para liberar la tensión – y comenzó a llorar Bob.
    Se arrastraron con dificultad fuera del coche, por lo visto a Jim se le había dañado bastante la rodilla derecha. Los cuatro tenían heridas, pero al menos estaban vivos y de repente ante ellos aparecieron de la nada en una nube de humo sus amigos Cristian y Sara.
  • ¿Qué os ha pasado? – preguntó Kelly- ¿Dónde estabais?
  • No lo sé. – contestaron ambos a la vez.- ¿Vosotros sabéis dónde estamos ahora?
  • No.
  • Pues nosotros tampoco.

Comenzaron a andar, la luna desapareció junto a la tormenta y apareció un sol fulgurante. El barro que pisaban se secó de repente y se convirtió en arena que se tragó las palmeras y las plantas.

  • Estamos en un desierto. – dijo Sara.
  • Si, es el nuevo juego de Querek. -sentenció Joe.
  • Ya está. ¡Eso es! Es el juego del mago, él es el responsable de… ¡mirad los camellos! -exclamó Cris.
  • Estoy cansada. -dijo Kelly, desmayándose después.

Joe la cogió en brazos y los demás empezaron a corre en su ayuda. Los camellos desaparecieron de la vista de Cristian.

  • Ha sido una visión. – dijo Cris. – Una simple visión. Jajajjajjajajaja Perdonad, es que me ha dado un ataque de risa jajajjajajaja.
  • ¿Se ha vuelto loco? – preguntó Sara.
  • No. – contestó Joe. – Tiene sed.

Sara miró a Cristian con cara de pena. Parecía que se iba a morir realmente de la risa con tantas carcajadas. Decidieron proseguir la marcha tras beber todos un poco de agua cada uno.
Bob tenía la mano apoyada en el brazo de Jim y éste en la de Bob. Andaban torcidos y veían doble. El calor era insoportable. En ese momento vieron una especie de nuble blanca venir de lejos y muy baja.

  • ¿Qué es eso? – preguntó Sara.
  • No lo sé, pero es muy extraño. – contestó Cristian ya más relajado de su ataque.

La nube venía cada vez más rápida, el suelo se convirtió en hielo y el frío no tardó en hacer acto de presencia. Kelly espabiló con esto último algo más dando tiritones.

  • ¡Polo exprés! – gritó Bobby
  • Esto no es para gastar bromas Bob. -dijo Kelly. – Es más serio. Somos utilizados como piezas de un tablero de ajedrez.
  • ¡Espera! – intervino Cris. – Creo que ya tengo la respuesta. Si es cierto que es como el ajedrez, las fichas desaparecen al hacer jaque mate en una partida. Ese es Ed.
  • ¿Ed? ¿Qué tiene que ver en esto? – le preguntó Joe.
  • A ver… el papel que nos dieron del campamento no existió, como tampoco existió, ni tampoco el hombre que nos lo dio.
  • Si eso es exacto, entonces si pudiéramos volver al mundo real, todo se acabaría, Edgar vendrá de nuevo igual que los niños y monitores del campamento. – dijo Joe.
  • Eso es. El juego de Querek habrá terminado y él y sus esclavos desaparecerán.
  • ¿Sus esclavos? – preguntó Bobby
  • Los asesinos, Bob, los asesinos. – contestó Sara.
  • Su juego se ha acabado. – dijo Joe enfurecido.
  • ¿Dónde estás , Querek? ¡Da la cara! ¡Tengo frío! ¡Me estoy congelando! ¿Qué más quieres de nosotros? – gritó Cristian desafiante al cielo.
    Jimmy se desplomó violentamente contra el suelo helado y resultó que bajo sus pies el hielo era muy fino.
  • ¡Jim! – gritó su hermano.
  • ¡No! No puede ser. – dijo Sara consternada.

El hielo comenzó a quebrarse…

  • ¡No te muevas! ¡No te muevas! – gritaba Joe.
  • Joe, no te escucha. Se ha desmayado. -dijo Kelly.
  • Tenemos que hacer algo ya. – dijo Joe.
  • ¡Bob! – gritó Cris.
  • ¿Qué? – contestó este.
  • Tus pesas menos que todos nosotros. Ven…Kelly, Joe, agarradle por los pies. El irá arrastrándose hasta Jim y cuando lo coja tiramos de él. – opinó Cristian.
  • Buena idea.

Bob se acercaba cada vez más a Jimmy, pero de pronto el hielo se convirtió en tierra con hierbas altas y Jim se hundía en arenas movedizas…

  • ¡Nooooo! ¡Esto es peor! – gritó Sara.
  • ¡Ya lo tengo! ¡Tirad! – ordenó Bob.

Joe y Kelly tiraron con todas sus fuerzas de los pies de Bob para sacar a Bob y a Jim del engorro. Lo consiguieron por fin.

  • ¡Muy bien hecho! – aplaudió Cris.
    Jim seguía inconsciente. Su hermano lo cogió a la espalda y dijo;
  • Vámonos a por ese maldito mago. Las fichas se van a salir del tablero.
    Todos le vitorearon y Kelly le dio un tierno beso en la boca.
  • No entiendo por qué Querek fue tan bueno con nosotros en la cueva y ahora nos quiere matar, – decía Bob.
  • Nosotros tampoco Bob, pero está claro que nos engañó. – contestó Cristian.
    Al mucho rato de caminar, estaban exhaustos, así que decidieron acostarse en el suelo a dormir un poco. Joe estaba preocupado por su hermano Jim, así que lo abrazó y le susurró al oído:
  • Te quiero. No me dejes, hermanito.
    Nadie le escuchó. El día se convirtió en noche de repente. Quizás Querek quisiera dejarles descansar al fin un ápice…

Cuando despertaron se dieron cuenta de que estaban en mitad de un bosque frondoso.

  • ¿Cómo está Jim? – preguntó Kelly.
  • Creo que…se va a morir. – contestó Joe y unas lágrimas brotaron de sus ojos y recorrieron sus mejillas hasta caer al suelo.
  • No digas eso, Joe. Nos pones más nerviosos. Ya perdimos a Ed. No lo vamos a perder a él también. – dijo Cris.
  • Espero que tengas razón. Te prometo que te pondrás bien, Jimmy.

Caminaron todos siguiendo a Joe, que llevaba a su hermano a la espalda. Pasaron al lado de conejos que les daban los” Buenos días”, unos ciervos que les saludaban, un búho que les preguntaba la hora y un ratón que les preguntaba si habían visto algún búho…en fin. Les pasaron cosas extrañas que nunca antes les habían sucedido, estaban asombrados y a la vez hastiados del maldito juego de Querek.
Jim abrió los ojos con mucho esfuerzo.

  • ¿Cómo está el campeón? – preguntó Kelly.
    A Jimmy le dio tiempo a sonreír levemente y ver la alegría asomar en el rostro de sus amigos, porque de repente el suelo que pisaban y el bosque desaparecieron como si alguien hubiese pulsado un interruptor. Todo quedó negro. Empezaron a gritar y a caer sin fin.