Convengamos que cualquiera que venga de un entorno amoroso (nuestro cuerpo lo es, el útero gestador de vida lo es por es excelencia), donde todas sus necesidades están cubiertas aún antes de pedirlas, donde todo es contacto, presencia, permanencia y fusión y de golpe se encuentra con un ambiente hostil donde hay frío y soledad, donde tiene que valerse de su llanto para pedir lo que necesita y lo que es peor, donde muchas veces llorará hasta el cansancio sin ser atendido para que no sea caprichoso y porque sus padres, aquellos seres en quienes confía y de quienes depende no consideran legítimo sus pedidos; un entorno donde tiene horarios para su alimentación cuando hasta hace unos minutos era a libre a demanda, un espacio sin presencia ni permanencia cuando su universo era todo contención y calor. Cualquiera que se ve sometido a este cambio brusco desafiará las leyes de este nuevo universo cruel, es sano y lógico que lo haga. De hecho todos lo hicimos, todos nos rebelamos y desafiamos este sin sentido... hasta que nos domesticaron, hasta que el entorno fue más fuerte que la sensación de merecimiento, hasta que la necesidad hambrienta se hizo constante y parte de la vida y vencidos por las evidencias no solo renunciamos al amor de nuestros padres tal y como nosotros lo necesitamos sino que también renunciamos al contacto con nuestra voz, nuestra esencia, porque seguir escuchándola duele tanto que parece que no sobrevives.
Yo reconozco en Kyara esos actos que la gente llama necesidad de normas y límites y en honor a la verdad si miro más allá del acto en si tengo que reconocer que surgen de mis desatención, de mis prisas, mis ahora no! Espérate! Kyara me desafía, claro que lo hace cuando me gana el miedo, las carencias, la inercia, en definitiva cuando me gana la neura, la niña dolorida impotente! Es como si con sus actos me dijera: Mamá empínate sobre tus pequeñeces! Ella no sólo me desafía sino que tiene derecho a hacerlo, de hecho tengo que aceptar me enorgullece que lo haga, porque me hace saber que aún están en contacto con el amor, el respeto y el reconocimiento como pilares fundantes de este mundo y su experiencia.
Aprovechemos la voz de los niñ@s! Valgámonos de ella apara transformar y crecer, para sanar y construir; utilicémosla como brújula porque cuando desafían, cuando se rebelan lo hacen con amor, amor hacia ellos porque aún se saben merecedores y poseedores de algo mejor y con amor hacia nosotros porque también en su infinita sabiduría nos saben merecedores y dadores de algo mejor. Aprovechémosl@s porque sino lo hacemos, si ignoramos lo que hay detrás de esa pataleta, esa rabieta, esa rebeldía, si sólo nos centramos en tener la razón, en no perder en control estaremos desperdiciando una gran oportunidad para cuestionar este mundo y construir nuevas prácticas y creencias coherentes con el lenguaje que ell@s nos proponen; démonos la oportunidad de ponernos cara a cara frente a nuestras sombras y vacíos y resignificarlos, saltemos aunque no veamos la red! Aprovechémoslo antes que sea tarde cuando ya los hayamos domesticado a fuerza de indiferencia, abandono y maltrato, tan domesticados como lo estamos nosotros.
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