Estos días de Semana Santa, hemos aprovechado para hacer un poco de turismo sobre todo por Burgos. Hemos estado en varios lugares en los que nos hemos encontrado algo que está sucediendo a lo largo y ancho de éste nuestro país: gente y mas gente, y mas gente en lugares que años atrás seguro que eran visitados, pero no sufrían la masificación que de un tiempo a esta parte se está produciendo.
Antes, ibas a visitar algún lugar recóndito y podías encontrarte con gente, pero era meramente anecdótico: te cruzabas, saludabas, y seguías tu camino. Pues desde hace un tiempo, eso se acabó. No existe paraje (por muy alejado que esté) que goce de la tranquilidad que debería. ¿Porqué? Todo se ha inundado de "senderistas ocasionales" que en otros tiempos se dedicaban a otros menesteres, pero que desde que la crisis nos dio el leñazo, han optado por visitar este tipo de lugares antes reservado a los verdaderos aficionados al senderismo.
No quiero que se me entienda mal, todo el mundo es libre de ir donde quiera y como quiera, pero eso de encontrarte con un mar de gente, colas para entrar a un sendero perdido, para ver una cascada, llevando a niños muy pequeños (que por cierto, vaya tela como se ha disparado la natalidad en este pais en los últimos tiempos), perros (en ocasiones hasta dos por familia), intentando todos ellos acceder a lugares complicados, incluso con carritos de bebé... arrastrando de los niños y de los perros por caminos difíciles, entorpeciendo el paso del resto de personal que por allí anda...
Además, es muy fácil distinguirlos: si de lejos ves un grupo numeroso, con ropa de muchos colorines y muy chillones, la palabra "Quechua" por todos lados y que caminan muy despacio, y por último, no consigues hacer una foto en la que no salga nadie excepto el motivo de la foto (porque están por todos lados) ENHORABUENA! te has encontrado con los conocidos como "domingueros de montaña".
Yo todo esto lo veo muy bien, pero quizás deberíamos de ser conscientes que con niños tan pequeños, tirando de un perro y de un carrito de bebé, ¿no sería mejor visitar otros lugares mas accesibles?. Personalmente, cuando voy a un lugar de este tipo, apartado del hormigón de las ciudades, no es que pretenda estar solo, pero si estás en plena naturaleza que menos que disfrutar del silencio que te proporciona y que no podemos tener en nuestro día a día. En lugar de eso, solo escuchas niños gritar, padres gritar a los niños, madres gritar a los padres que están gritando a los niños y a los niños gritando todavía mas, y los perros ladrando (imagino que estresados por tanto grito y pensando en lo a gusto que estarían tumbados en su mantita en casa), todo a la vez, como una sinfonía de fondo que elimina por completo una de las mayores satisfacciones que proporciona la naturaleza, o que por lo menos me proporciona a mi.
Lo único que se me ocurre para escapar de esta vorágine de "domingueros de montaña" es empezar a prepararme físicamente como si fuese a escalar el Kilimanjaro y comprarme el equipo necesario para acceder a zonas donde no puedan llegar, niños, perros, carritos de bebé y sobre todo, lo más importante, padres inconscientes que no conocen sus limitaciones...