Estoy leyendo La época del liberalismo de Josep Fontana para preparar las clases de Historia de España y a ratos lo intercalo con La corte de los milagros de Valle Inclán, y no puedo evitar hacer un paralelismo casi automático, al enterarme de la noticia de que cien empresarios han elaborado una especie de informe-manifiesto que han acabado presentando al Rey, con los manifiestos de los pronunciamientos del siglo XIX. El documento se llama Un momento clave de oportunidad para construir entre todos la España admirada del futuro. Se hace un retrato descarnado de la realidad sociopolítica y económica española. Cuando todo se desmorona, cuando las vías institucionales democráticas se hallan sumidas en la máxima confusión, parece que lo único que queda es acudir al Rey. No le ha quedado más remedio al Presidente del Gobierno que decir que se iba a reunir con 25 o 30 de estos grandes empresarios, que parecen haberse saltado varios escalafones. Aunque la verdad es que ahora los pronunciamientos los hacen los mercados de la deuda y sus manifiestos son el diferencial que establecen cada día con el bono alemán. Así que atentos. Ya no hay ni Riego ni Topetes, ahora son esos entes abstractos que tienen que comprar nuestra deuda los que pueden acabar dictando aún más lo que hay que hacer.
Estoy leyendo La época del liberalismo de Josep Fontana para preparar las clases de Historia de España y a ratos lo intercalo con La corte de los milagros de Valle Inclán, y no puedo evitar hacer un paralelismo casi automático, al enterarme de la noticia de que cien empresarios han elaborado una especie de informe-manifiesto que han acabado presentando al Rey, con los manifiestos de los pronunciamientos del siglo XIX. El documento se llama Un momento clave de oportunidad para construir entre todos la España admirada del futuro. Se hace un retrato descarnado de la realidad sociopolítica y económica española. Cuando todo se desmorona, cuando las vías institucionales democráticas se hallan sumidas en la máxima confusión, parece que lo único que queda es acudir al Rey. No le ha quedado más remedio al Presidente del Gobierno que decir que se iba a reunir con 25 o 30 de estos grandes empresarios, que parecen haberse saltado varios escalafones. Aunque la verdad es que ahora los pronunciamientos los hacen los mercados de la deuda y sus manifiestos son el diferencial que establecen cada día con el bono alemán. Así que atentos. Ya no hay ni Riego ni Topetes, ahora son esos entes abstractos que tienen que comprar nuestra deuda los que pueden acabar dictando aún más lo que hay que hacer.