Ritchie Valens, Ricardo Valenzuela, sólo editó dos discos en vida y no había cumplido los 18 cuando murió en aquel avión
El país donde se inventó el rock & roll, Estados Unidos, siempre ha sido muy cerrado sobre sí mismo en este campo (en realidad en todos), es decir, es extremadamente reacio a admitir en sus listas de éxitos a artistas foráneos; algo parecido ha ocurrido en el otro foco primario de pop y rock, Inglaterra. Sí, los anglosajones son muy dados a embelesarse con su propio ombligo…, pero seguramente no más que lo que se hace en otros lugares, pues todos tienden a mirarse a sí mismos antes que a los demás; por otro lado, el rock angloparlante tiene por lo general mucha más enjundia que el que se crea en otros idiomas.Dejando a un lado las producciones musicales que concebidas y realizadas en el resto del mundo lograron asomarse a los ‘charts’ de Usa, es evidente que no han sido excesivos los López y Martínez estadounidenses que se asentaron en tan competitivo negocio y, aunque fuera ocasionalmente, llegaran a lo más alto. En este sentido, el primer pensamiento lleva a nombres de auténtico peso en el universo musical estadounidense, como puedan ser Santana o Joan Báez, personajes que, con apellidos cien por cien españoles, han mantenido una dilatada y prestigiosa carrera artística en la que no han faltado deslumbrantes destellos; ¿y Jerry García, el líder de Grateful Dead, cuyo abuelo era de La Coruña? Pero además de esos personajes de alcance mundial, otros artistas de apellido ibérico consiguieron, puntualmente o con trayectoria más extensa, llamar la atención al público yanqui en este competitivo universo.
Sin duda, el primer nombre castizo que escaló las listas hasta llegar arriba fue Ricardo Valenzuela, aunque para ello hubiera de modificarlo y dejarlo en Ritchie Valens. No hay aficionado a esto que no sepa que Valens, Buddy Holly y Big Bopper protagonizaron, muy a su pesar, ‘el día que murió la música’. Ni siquiera había cumplido los 18 cuando Ricardo y sus dos compañeros de infortunio (junto al piloto) perecieron en aquel avión en febrero de 1959 para, inmediatamente, pasar al firmamento de la leyenda; poco más de ocho meses había durado su carrera, pero tuvo tiempo de convertirse en pionero del rock & roll y el rockabilly, de dejar una pieza imprescindible del género, el ‘Come on, let´s go’, de crear una melodía maravillosa, ‘Donna’, y de convertir una tonada tradicional mejicana, ‘La bamba’, en todo un clásico de los primeros tiempos. En total, la discografía que el californiano publicó en vida fue de dos singles, pero fue uno de los que abrió la primera puerta del rock y, de paso, mostró las posibilidades de los hispánicos en Usa.
Infinitamente más larga es la carrera de Trini López, pues comenzó en 1962, continúa actualmente y ha producido la friolera de 62 álbumes. Texano de Dallas (del barrio Little Mexico), Trinidad López siempre ha ido y venido del inglés al español sin el menor prejuicio, y de esta manera ha grabado clásicos que van desde ‘La bamba’ a ‘Bésame mucho’, y desde ‘If I had a hammer’ (número uno en medio mundo, 3 en Usa) hasta ‘This land is your land’, piezas esenciales en uno y otro idioma; así llevó al público estadounidense canciones cien por cien hispanas y viceversa. Fue el primer López que vendió un millón de discos.
Del mismo lugar era Domingo Samudio (de hecho, éste y Trini llegaron a tocar en el mismo grupo), quien a mediados de los sesenta lanzó con su banda Sam the Sham & the Pharaohs una pieza emblemática que no ha dejado de sonar desde entonces, el inmortal ‘Wooly bully’, que en su momento llegó al número 2 de las listas Usa y que conoce desde entonces numerosísimas y muy variopintas versiones. A pesar de que continuó en el mundo del rock, Samudio jamás volvió a acercarse al éxito, por lo que unos quince años después (tras haberlo intentado con gigantes como Duanne Allman o Ry Cooder) abandonó definitivamente la música.Enorme éxito alcanzó en la misma época el ‘96 tears’, clásico del garaje-rock que tocó número uno en el 66 y que, sin duda, eclipsó el resto de la producción de Question Mark & The Mysterians. Formado en Michigan, resulta chocante comprobar que el tema lo compuso Rudy Martínez y que el resto del grupo lo formaban tipos apellidados Lugo, Rodríguez, Balderrama (sic), Borjas… Al igual que el anterior, sólo gozaron del gran éxito con ese tema y, aunque lo intentaron varias veces (sobre todo Rudy), serán siempre asociados a esas ’96 lágrimas’, exclusivamente.
Seguramente menos reconocimiento tiene el saxofonista Danny Flores, y ello a pesar de ser el autor y primer intérprete de uno de los más reconocibles instrumentales de todos los tiempos (aunque el original tiene letra), una tonada que escaló hasta el número 1 en Usa en 1958 y cuyo título es más grito que otra cosa: “¡Tequila!”. Curiosamente Flores grabó la canción para un sello discográfico teniendo contrato con otro, por lo que el disco lo firmó e interpretó bajo el seudónimo de Chuck Rio. La pieza tiene tanto encanto, tanto talento, que se adapta a cualquier género sin perder gracia.
Cierto que hubo alguno más (Los Lobos tienen su público), que otros llegados de fuera se dejaron notar en las listas Usa (Los Bravos con su ‘Black is black’), y cierto que hoy hay más López con buena estrella por allí, pero en el terreno del rock estos fueron los primeros y, por tanto, los que más mérito exhiben. De hecho, sus creaciones ya han superado el paso del tiempo.
CARLOS DEL RIEGO