El arte tiene muchos significados y cada persona interpreta las obras de una manera distinta, se relaciona con ellas de formas diferentes. Hace unos años me emocionó muchísimo la obra de teatro “El guía del Hermitage”, en la que un brillante Federico Luppi interpretaba el papel del guía que, en los días en los que intentaban salvar las obras del museo ruso del asedio alemán (enviándolas en tren a los Urales), podía hacer el recorrido por el museo vacío, haciendo sentir a quienes le escuchaban que los cuadros y sus historias seguían allí.
Si ya desde la segunda guerra mundial (e imagino que muchísimo antes) hay operaciones de protección, búsqueda y rescate de obras sustraídas (como cuenta la película “The Monuments Men“, inspirada en hechos reales), la actualidad no iba a ser menos.
Hoy en día hay operaciones internacionales para impedir que los cacos se salgan con la suya. Y, lamentablemente, los ladrones aletean cual buitres alrededor de zonas de guerra, sabiendo que estas áreas de conflicto tienen otras cosas de las que preocuparse. Me alegra saber que hay expertos que se dedican a perseguir estos delitos y a castigar a los ladrones, como en la “Operación Pandora“, en la que han participado 18 países europeos y que ha tenido como resultado la detención de 75 personas y la recuperación de 3.561 piezas. A veces los objetos, tanto artísticos como arqueológicos, son mucho más que “cosas”: son memoria.