Los “obreros” del social media ya tienen enfermedad profesional: la obesidad 2.0

Por Neost

No comen productos precocinados del supermercado ni recalan con su coche a la vera de un MacAuto chivándole al aparatejo de turno sus apetencias de comida rápida; pero, al parecer, sufren de obesidad por culpa de atracones de tecnología, redes sociales y pseudovida 2.0. Al menos, eso es lo que aseguran los expertos en mentes sanas como Manuel Armayones, profesor de psicología de la UOC: “Si está continuamente enganchado, responde a los mensajes por impulso y mantiene sus redes sociales en continua actividad acabará relacionándose con adictos tecnólogicos como usted, una rueda de la que puede ser muy difícil escapar”.

Darse atracones de social media puede perjudicar su salud

Para esto, por desgracia, no hay copago en farmacia ni cita con el médico de cabecera que nos endilgue la receta adecuada par un e-adelgazamiento. Aquí estamos solos ante el peligro a pesar de la horda de seguidores, fans, amigos de linkedin que atisbamos desde nuestro sempiterno iPad o móvil. Como diría Quevedo ante estos nuevos frentes virtuales: “Érase un hombre (o mujer) a un ordenador pegado…”.

Por ahí circulan términos para acuñar la pasión por la sociabilidad; socialholic (adicto a lo social), aunque con un cariz positivo: “Aquella persona adicta a la actualidad que siente la necesidad de estar informada constantemente ya sea por medio de suscripciones o por la búsqueda activa en la red. Es quien aprecia el valor de compartir en comunidad y que se expone ante los demás a través de los medios sociales a cambio de aprendizaje, reconocimiento y experiencia”. Esta definición en obra de los hermanos Polo, unos comandantes en esto de las lides sociales, una batalla que lideran desde su exitosa nave Territorio Creativo.

Quizás el “constantemente” apunte síntomas de mala salud, como una tos misteriosa, a tenor de lo que sostienen los profesionales de la psicología.

Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco explica que un adulto abusa de Internet cuando está conectado más de tres horas al día, en los adolescentes este límite se encuentra en dos horas, si además existe privación del sueño (menos de 5 horas) y se prefiere navegar a tener otro tipo de relaciones sociales, se puede pensar que una persona tiene riesgo de adicción. Otro aspecto importante es pensar en la red constantemente.

Consuma redes sociales con moderación y conéctese a la red lo justo y necesario para no pecar de gula 2.0

Sin embargo, hay remedio (una vez reconocido que estamos echando chichas 2.0) pero como es como la adicción a la comida: exige voluntad de hierro y pedir, si es posible, una orden de alejamiento para las ondas wifi. Así que ingiera sólo unas horas al día de internet para atajar el mal (las precisas), pero nada de “déjame un poquito más, mamá”, porque estaría incurriendo en el pecado de la gula.

Eso sí, quizás los community managers y “obreros” del social media ya no puedan ser rescatados de la tormenta virtual. Imposible: nuevas herramientas que llegan al mercado, medir, analizar, monitorizar las menciones, los viajecitos que se marcan nuestros contenidos… Tarea ingrata. Aunque, con el tiempo, puede que deban catalogar esta dolencia como enfermedad profesional en sus convenios colectivos y conseguir las perras necesarias para su estancia en la clínica de desintoxicación 2.0