“Los occidentales envidiamos la resistencia de Israel. Hemos devenido seres tan débiles, caprichosos y timoratos, tan inclinados a la cobardía cultural, tan inseguros de nuestra identidad y de nuestra historia, tan adictos al bienestar y la seguridad, tan incapaces de distinguir el bien del mal y la razón de la locura, que no toleramos algo tan semejante a nosotros, de cultura europea, algo tan ilustrado, formado y democrático como Israel, que resiste en vez de sucumbir.
No podemos entender cómo, pese a la soledad de Israel, los israelíes sonríen felices y no interrumpen sus vidas. Ojalá tomen las decisiones adecuadas”.
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