Carmen padece glaucoma. Lo cuenta hoy en El Mundo. Valiente como siempre, honda y torera, la Rigalt aprovecha su "rinconcito" para hacerse eco de una enfermedad que a menudo se diagnostica demasiado tarde.
Fue lo que le sucedió a ella, que meses después de "tropezar con todo" y lucir "las piernas llenas de moratones" se enteró de que se estaba quedando ciega. Así, sin eufemismos. Sin esa corrección política para la que Carmen no está hecha.
Con coraje, echando la pata p'alante como el más bravo de los toreros, la Rigalt ha logrado frenar el deterioro de sus ojos. Dice que un colirio es "el hilo de visión" que le queda. Y que a través de él espera "disfrutar de las últimas páginas bellas de la vida".
Creo que a Carmen le quedan muchas páginas bellas por leer. Y, sobre todo, muchas páginas bellas por escribir. Por regalarnos. A mí acaba de obsequiarme con quince de las más maravillosas que he leído nunca. Hoy he leído el prólogo que coronará Tinta y oro y me he estremecido. Y he recordado aquella primera tarde con Carril, la dedicatoria de Mi corazón que baila con espigas, la tarde de su entrevista, las comidas de régimen, las charlas de amores, los correos con consejos.
Y, aunque ella dice que "la mirada de la gente que no ve es inquietante, a veces sombría", yo me asomo a los ojos de Carmen y sólo veo la luz de una mujer auténtica.
P.D.: No os perdáis la entrevista que hoy le ha hecho Carlos Herrera en Onda Cero. Aquí os dejo el link.
P.P.D.: Si queréis más información sobre el glaucoma, acudid a vuestro oftalmólogo. Si domináis el inglés, en la web de la Asociación Mundial del Glaucoma encontraréis recursos interesantes. Y recordad el lema de esta Semana del Glaucoma: "Gana tiempo, no pierdas visión".