Los ojos sin rostro (Les yeux sans visages; Francia, 1960)

Publicado el 17 mayo 2012 por Manuelmarquez

SINOPSIS ARGUMENTAL.- El doctor Génessier, cuya clínica, a las afueras de París, acoge a pacientes de todo tipo y condición,es una eminencia en materia neurológica, con un prestigio profesional y social indudables. Pero hay algo que ensombrece su existencia: la muerte en un accidente de tráfico (del que él fue responsable) de su joven y hermosa hija, Christiane. Desde esa fecha, el doctor se dedica a investigar sobre perros las más audaces técnicas de reconstrucción de la piel, mientras que Louise, su fiel y estrecha colaboradora, se dedica a trabar amistad y relación con chicas jóvenes y hermosas. ¿Qué relación guardan entre sí esos procederes? Actuaciones y actitudes extrañas, tras las cuales hay un ominoso misterio que los dos desarrollan en la trastienda de la clínica, un sótano donde la esperanza y el horror se dan la mano…
EN UN PÁRRAFO….- De rabiosa actualidad hace no muchos meses, gracias a su puesta en candelero por las referencias a ella en relación con la última película de Almodóvar, ‘La piel que habito’, ‘Los ojos sin rostro’ goza de las características prototípicamente adecuadas para su elevación a los altares de la cinefilia: una trama directa y rotunda; una personalidad en su puesta en escena intensa y acusada, y una insania que recorre todo su metraje como un aditamento imposible de despegar (y que se cuela, insidiosamente, y en forma de desazón, en el ánimo del espectador). Celebrada como obra cumbre del género de terror, no me atrevería a confinarla en un apartado genérico al que trasciende por poesía visual y fuerza narrativa. Altamente recomendable…
EN SU HABER.- 1, su concisión: a base de sabias elipsis (quizá no hubiera estado de sobra alguna más, en relación con cierta intervención quirúrgica….) y agilidad en el relato, la cinta de Franju abrocha toda su historia en menos de noventa minutos, sin que queden flecos sueltos ni elementos inexplicados; todo un alarde...; 2, su atmósfera; si hay films en los que ese término cobra una relevancia especial, éste de Franju es uno de ellos: interiores (recargados o despojados) o exteriores siempre oscurecidos (los diurnos, en bruma; los nocturnos, en negritud plena) hacen del aspecto ambiental uno de los puntos más fuertes e influyentes en la definición (y no solo formal) de la propuesta; y 3, Alida Valli, que compone un personaje, el de Louise, que, definido por la gratitud ciega como motor de vida, es quizá el más emblemático (por su morbo contenido) de cuantos pueblan la urdimbre dramática de la película; gran trabajo de la actriz italiana.
EN SU DEBE.- Una resolución y cierre de la trama que traiciona, en cierta manera (y sin entrar en detalles para no desvelar los entresijos de la historia), las premisas bajo las que se mueve su planteamiento genérico. ¿Voluntad de no llevar al paroxismo un desarr0llo argumental ya de por sí bastante lúgubre? Quién sabe…
UNA SECUENCIA.- Nunca mejor dicho, la de imágenes fijas (nada que ver con Chris Marker…) del rostro de Christiane, que va degenerando progresivamente después de lo que (había parecido ser) una exitosa operación. Una voz en off, de fondo, va explicando, con frialdad y asepsia propias de un robot quirúrgico, los detalles clínicos de lo que vemos en imagen. Tremebundo…
CALIFICACIÓN: 8 / 10.-