Los olvidados coches franceses de ojos amarillos

Publicado el 08 enero 2014 por Ireneu @ireneuc

Luces amarillas

En la época en que cuando ibas conduciendo y te cruzabas con un paisano, le hacías una ráfaga con las luces en forma de saludo, era muy habitual ver a los coches franceses equipados con unos, cuando menos, curiosos faros de color amarillo. Esta característica de los coches galos era tanto más curiosa cuando equipar este tipo de luminaria en los vehículos españoles estaba estrictamente prohibido. Hoy en día, dentro del marco de la Comunidad Europea, todos los vehículos vienen equipados con luces de color blanco por obligación, y los faros amarillos, desde 1993, pasaron a ser un recuerdo para los propios franceses. Sin embargo... ¿conoce cual era el origen de esta característica de los coches franceses? Las hostilidades entre alemanes y franceses desde la Primera Guerra Mundial parece que tendrían la culpa.

Faro de acetileno

A principios del siglo XX, la industria automovilística estaba en algo menos que en pañales. Los escasos coches y camiones que circulaban eran poco más que carros con autopropulsión que se centraban más en buscar la funcionalidad general que en su seguridad. En estas circunstancias, los elementos de iluminación no eran un equipamiento básico y cada uno hacía de su capa un sayo. Carburos y candiles basados en acetileno eran los métodos normales de iluminación, los cuales daban una luz blanca pero de muy poca longitud (de 3 a 5 metros).

Bombilla y tulipa amarillos

No fue hasta los años 10 en que se introdujo la iluminación eléctrica en los automóviles, los cuales aumentaban el radio de acción de sus faros al equipar bombillas de incandescencia. Sin embargo, el hecho de desarrollarse durante la época conflictiva de la primera gran guerra hizo que, en algunas circunstancias, tanta luz fuese un serio inconveniente. Tal fue el caso del frente de Verdún, en el cual los camiones de avituallamiento franceses iban equipados con luces amarillas para reducir la luminosidad de los faros, evitando así ser un blanco fácil y con la ventaja adicional de poder diferenciar los vehículos propios de los alemanes.

Matford V8 (1938)

Con el final de la guerra, el color de la iluminación de los coches franceses siguió siendo, como hasta entonces, simplemente una cuestión personal, por lo que los vehículos galos fueron equipados tanto con colores amarillos como con blancos durante el período de entreguerras. Por desgracia, el período de los locos años 20 fue un breve espejismo, habida cuenta que el conflicto social en Europa se disparaba a pasos agigantados desde comienzos de los años 30.

Bombilla obligatoria en la guerra

A mediados de los años 30, era un secreto a gritos que se estaba liando una bien gorda, y los mandos militares franceses, preparándose para la que se avecinaba, presionaron al gobierno para hacer obligatorio el uso de luces amarillas en los vehículos. Dada la experiencia durante la Primera Guerra Mundial y dado que los vehículos alemanes equipaban básicamente luces blancas, el hecho de poder diferenciar unos vehículos de otros con un simple vistazo y ser discretos en una situación bélica fueron razones potentes para proponerlo. El día 3 de noviembre de 1936 se propugnó la ley que obligaba a que todos los vehículos matriculados a partir del 1 de abril de 1937 fuesen equipados con bombillas amarillas, entrando en vigor la obligatoriedad de que a partir del 1 de enero de 1939 todos los vehículos franceses llevasen los faros amarillos.

Obligatorias en Francia hasta 1993

A partir de entonces, todos los coches y camiones franceses llevaron bombillas amarillas como método de diferenciación del enemigo. Para compensar, el enemigo, en este caso Alemania, prohibió el uso de las bombillas amarillas en suelo germano, cosa que se volvió en obligación también en suelo francés cuando a partir de mayo de 1940 la Alemania nazi ocupó Francia. En este caso, tan pronto como los ejércitos alemanes tomaron el poder, derogaron la obligatoriedad de las luces amarillas e impusieron las blancas a modo de revancha.

Renault equipado con luces amarillas

Una vez cayó el régimen nazi, las nuevas autoridades francesas volvieron a instaurar la obligatoriedad de las luces amarillas como símbolo de la liberación de la Francia ocupada. Sin embargo, el desarrollo de la tecnología de iluminación en los automóviles, poco a poco hizo que las ventajas de las bombillas blancas respecto las amarillas fuera incuestionable a nivel mundial. A pesar de esta desventaja, las autoridades galas continuaron con la obligación de las luces amarillas imbuidos en un cierto chovinismo, olvidando el motivo original de tal medida y escudándose en las más variopintas excusas para explicar el mantenimiento de la misma. Entre ellas, la que más fortuna hizo fue la de que se ve mejor en la niebla con luces amarillas, cosa medio cierta, pero más debido al descenso de la intensidad de la luz reflejada por la niebla -al generar menos luz que una blanca- que por una real mejora de la visibilidad.

"Tradición" de casi 70 años

Sea como sea, Francia fue el único país del mundo que siguió con la obligación del uso de las luces amarillas hasta el primero de enero de 1993, en que entró en vigor una normativa que obligaba a todos los países de la Comunidad Europea a equipar luces de color blanco en sus automóviles, de cara a unificar los criterios de iluminación en las carreteras europeas. 
De esta forma, la Unión Europea daba carpetazo a una "tradición" gala de casi 70 años que ponía en clara desventaja a sus propios vehículos cuando salían de sus fronteras, dejando en el baúl de los recuerdos varias generaciones de coches franceses cuya seña de identidad fueron sus extraños faros amarillos.

Los faros amarillos, tan franceses como el R4


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