"Los pacientes del doctor García". Almudena Grandes, premio nacional de narrativa 2018

Publicado el 04 diciembre 2018 por Juancarlos53

No sé por qué motivo se me había metido en la cabeza que esta cuarta entrega de la serie "Episodios de una guerra interminable" Almudena Grandes iba sobre el robo de bebés y entrega de los mismos a familias franquistas estériles. El tema me atraía por la actualidad que el mismo está teniendo hoy día por el juicio a que ha sido sometido (¡¡y quedado en libertad!!) el doctor Vela que junto a instituciones sanitarias y servidores de la Iglesia (Sor María, entre otras) traficó y robó a diversas madres no pocos bebés recién nacidos que, adultos hoy, buscan a sus padres biológicos

Como tantas veces nos sucede a los lectores mis expectativas sobre esta novela se revelaron, afortunadamente esta vez, completamente infundadas. Digo afortunadamente porque si positiva fue la sorpresa argumental ésta se vio acrecentada al ir acompaña de una calidad narrativa que aunque conocida por mí y ya saboreada en otras recientes lecturas de la escritora madrileña, -"Los besos en el pan" [leer reseña aquí ] y "Las tres bodas de Manolita" [leer reseña 'bueno, sí, está bien escrito, pero ya conocía yo esta manera de decir que tiene esta autora'. Sí, claro que sé lo bien que escribe aquí]-, no me trasladó a ese peligroso espacio mental del , pero lo que no sabía hasta hace muy poco es el inmenso placer que la lectura de sus novelas me produce. Son novelas dinámicas, vivas, en las que el lenguaje del pueblo corre con libertad, en las que los recursos narrativos -complicados y novedosos en ocasiones- discurren por el texto como si se tratase de artificios verbales al alcance de cualquiera. Y no, para nada, la cosa tiene extrema dificultad, y el manejo del idioma que muestra la novelista no está al alcance de cualquiera. De ahí el placer máximo que la lectura de la historia del doctor García me ha producido y que ya sin más demora paso a comentar. Almudena Grandes

"Los pacientes del doctor García"

Esta novela, por la que su autora ha sido distinguida con el Premio Nacional de Narrativa 2018, cronológicamente comienza en plena guerra civil, en Madrid, donde un joven doctor, Guillermo García Medina, se esfuerza por salvar la vida de aquellos que por cientos son trasladados al hospital clínico de San Carlos donde trabaja junto al Doctor Norman Bethune, médico voluntario canadiense que ha arribado a España con las Brigadas Internacionales de apoyo a la República. De él Guillermo aprenderá a conservar en frigorífico la sangre donada para luego transfundirla y así lograr salvar muchas vidas. En este mismo hospital trabajan el Doctor Quintanilla, director del San Carlos y jefe de Guillermo, y Andrés Velázquez, médico superior de Quintanilla. Al doctor Velázquez lo conocimos en la novela anterior de la Serie.

El doctor García salvará empleando el método de la transfusión sanguínea a varios jóvenes que luego tendrán mucha importancia en su vida El primero es José Moya, un jienense que tras su retorno a la vida le estará plenamente agradecido. Si a Pepe Moya Guillermo le salva la vida en enero de 1937, diez meses más tarde, en noviembre, el mismísimo José Moya pondrá al doctor García en contacto con otro hombre al borde de la muerte quien tras prácticamente volver a la vida por obra y gracia del médico le va a complicar a éste bastante la existencia en un futuro. Este hombre era Manuel Arroyo Medina.

Estos dos personajes son los palos sobre los que la novelista construye esta historia mucho más cosmopolita que la anterior que tanto me agradó -"Las tres bodas de Manolita"- y que indudablemente es mucho más costumbrista, más madrileñista, pues toda ella transcurre en la capital de España sin traspasar en ningún momento sus fronteras.

En "Los pacientes..." la acción transcurre esencialmente durante los últimos años de la década de los 40 y los 50 completos cuando los republicanos derrotados por los autodenominados 'nacionales' ilusionada e ilusamente esperaban que los países democráticos que habían vencido a los nazis en la II Guerra Mundial recién concluida hicieran lo propio con quien desde España los había apoyado: Franco. Sin embargo como sabemos por la Historia los vencidos fueron nuevamente derrotados en sus ilusiones y esperanzas por la nueva geopolítica que la denominada Guerra fría entre la URSS y Occidente había dibujado. En este nuevo mapa mundial España venía muy bien a los aliados como portaviones terrestre desde donde tener controlado el Mediterráneo, Africa y el estrecho de Gibraltar. Ante tal estado de cosas las democracias occidentales dieron una vez más la espalda a España y concretamente en 1953 se fragua un acuerdo España-Estados Unidos que fue definitivamente bendecido en 1959 con la visita oficial a España del presidente Eisenhower. Por este acuerdo España cedía a USA terreno suficiente para cuatro bases militares.

Lo anterior, como digo, todos a día de hoy y desde hace ya mucho tiempo lo sabemos. Lo que no nos podíamos imaginar es el denodado y desgraciadamente baldío esfuerzo que algunas personas derrocharon para tratar de expulsar en vano al Caudillo. Esta desilusión, terrible e inhumana, es la que Almudena Grandes nos relata en las páginas de esta novela. Nos la cuenta del modo que ella acostumbra hacer y que ya hemos comprobado en anteriores novelas de la serie. La escritora lo declara explícitamente en la " Nota de la autora" que añade al finalizar la novela en sí:

" Como todos los libros de la serie 'Episodios de una guerra interminable', 'Los pacientes del doctor García' es una novela de ficción edificada alrededor de hechos reales" Estamos, pues, ya lo sabíamos, es cierto, ante una novela histórica. Una novela histórica construida al modo que Almudena Grandes ha utilizado en las otras novelas de la serie, o sea, intercalando en el relato sin previo aviso breves piezas de no ficción en las que presenta objetivamente "los hilos que tejieron la coyuntura histórica en la que se apoya mi relato", declara ella misma. Y en esa 'Nota de la autora' termina diciendo: "Estos textos, narrados en presente histórico, cuentan acontecimientos rigurosamente auténticos, pero no más que otros hechos y figuras que interactúan con mis personajes inventados en los capítulos de ficción. "

He aquí, pues, bien a las claras -en estas novelas de la serie se comprueba a las mil maravillas- la idoneidad y supremacía de la novela histórica sobre la propia Historia al dejarnos ver el funcionamiento "real" (sus sentimientos, sus pasiones, sus temores, sus anhelos...) de los seres que hacen la Historia pero que en los manuales y tratados históricos se ven relegados a un plano secundario ante el torbellino y fuerza del hecho sufrido o realizado por ellos mismos. Estos personajes, en especial Manuel Arroyo y Guillermo García, inventados ambos, son completamente verosímiles en sus afectos y relaciones amorosas: Guillermo con Amparo Priego con quién intima durante los años de guerra y a quien utiliza luego en los cuarenta y cincuenta para entrar en contacto con las esferas falangistas que facilitaban la salida hacia Argentina a través de España de cualificados asesinos nazis (personajes totalmente reales éstos) como Otto Skorzeny, el héroe de las Arenas, oculto bajo la identidad de Rolf Steinbauer, o Josef Hans Lazar ( Bam Lazar) que fuera agregado en la embajada de en España. Es durante estos años cuarenta y primeros de los cincuenta cuando Rafael Cuesta (nombre falso que utiliza Guillermo acabada la contienda para pasar desapercibido) vierte sus afectos sobre Rita Velázquez, comunista hija del doctor Velázquez a quien conocimos en "Las tres bodas de Manolita" y que murió en la cárcel de Porlier. Es con ella con quien Rafael formará una familia y se establecerá definitivamente.

Al igual que sabemos de Guillermo, conocemos las vicisitudes por las que pasa Manuel Arroyo desde sus humildes orígenes leoneses hasta verle convertido en un auténtico agente secreto a las órdenes directas de personajes españoles reales como Pablo Azcárate o el doctor Juan Negrín, presidente de la República española en el exilio, infiltrado en las filas enemigas a fin de poder conocer de primera mano las acciones que la red dirigida por Clara Stauffer (personaje histórico, segunda en el escalafón de la Sección Femenina falangista) realizaba ayudando a que nazis criminales eludiesen sus responsabilidades penales. Manuel Arroyo llegará a hurtar la identidad de un combatiente español de la División Azul partícipe en acciones criminales de lesa humanidad para, bajo esa falsa personalidad, viajar a Buenos Aires donde finalmente, al ser España dejada a su suerte por los estados democráticos, fijará residencia y emprenderá una nueva vida con Simona Gaytán, mujer viuda que acogerá en su seno a este hombre desprotegido de todo y de todos.

Según leía las vicisitudes corridas por el personaje Manuel Arroyo Benítez venía a mi cabeza otro agente secreto, otro infiltrado como él, que está actualmente viviendo su historia y vida de ficción en las novelas de la Serie Falcó de Arturo Pérez-Reverte. Me refiero evidentemente a Lorenzo Falcó cuya última aventura novelesca titulada "Sabotaje", 3ª entrega de la serie, está teniendo el éxito que acostumbra acompañar a todo cuanto sale de la mano del escritor de Cartagena. No es cosa ahora de establecer aquí comparaciones entre uno y otro agentes infiltrados, baste con decir que militan en bandos opuestos durante la contienda civil y que el talante personal de uno y otro son diferentes en extremo, ganando por goleada en cinismo e hipocresía .

Pero volvamos a la novela de I. Como suele hacer, la escritora madrileña aprovecha la titulación de estos cinco apartados para rendir homenaje a don " Almudena Grandes. Desde el punto de vista formal ya en la reseña de "Las tres bodas de Manolita" destaqué algunas cosas. Ahora a las allí señaladas sólo me cabe añadir algunas cosillas más. En primer lugar diré que la narración se organiza en cinco apartados titulados con frases que nos llevan al mundo médico y hospitalario en lógica derivación del título de la novela: Hospital de sangre; II. Procesos infecciosos; III. Tumores infiltrados; IV. Puntos de sutura; y V. Las cicatrices duelen con los cambios de tiempo. Benito Pérez Galdós que solía intitular de manera parecida las secciones de las cinco series que componen sus " Episodios nacionales". El homenaje al escritor canario es evidente no sólo en el título genérico de la Serie, Episodios de una guerra interminable", sino también en los apartados o secciones que vienen a componer cada una de las novelas de la serie; y desde luego lo es, y mucho, en esa manera que tiene la autora madrileña de nominar las diversas y numerosas secuencias que conforman cada una de las cinco partes. Estas secuencias sirven para que el lector sitúe debidamente el momento histórico concreto en que sucede la acción que se relata a continuación.

El desordenado puzle que en definitiva es la novela se organiza con estas referencias mucho mejor en la cabeza de los lectores que si no estaríamos perdidos en esta historia de personajes reales y ficticios cuyas relaciones son abundantísimas y duraderas en el tiempo. Por ello, al final de la obra y como suelen hacer los escritores clásicos de la literatura sobre todo policíaca, ofrece la relación de personajes agrupados por espacios (' En la capital del General Perón', ' En un hospital del Madrid sitiado', ' En una trinchera de la Wilhenstrasse', etc.).

No quisiera alejarme mucho de la referencia que he hecho a Galdós sin anotar una sensación que de manera muy pasajera me ha forzado a hacer algún que otro mohín de disgusto. Advierto de lo pasajero de la sensación y aclaro que, por si alguien aún no lo ha percibido, esta novela me ha gustado mucho y recomiendo su lectura a cualquiera que tope con ella. Pero dado que me he puesto exquisito señalaré estas fugaces sensaciones de disgusto. Una de ellas es ésta: En un momento dado en que la narradora está hablando del marido de María Eugenia León, para marcar la vida matrimonialmente separada que llevaba la pareja se nos dice que los cónyuges se habían distribuido la vivienda de manera que "su marido ocupaba el ala izquierda, aunque cuando quería compañía se instalara en el ático, una vivienda que limpiaba una asistenta a la que su mujer no conocía y de la que sólo sabía que contaba con una terraza que era espectacular. " Se le hace preciso al lector un ejercicio de desambiguación dada la dificultad de adscribir un elemento sintáctico a uno u otro referentes: Sí, claro, las asistentas no tienen pisos con terraza, pero ¿es pretendida está ambigüedad inicial o es sólo consecuencia de una escritura veloz?

La pregunta anterior yo la resolvería del lado de la velocidad y aquí vuelvo a juntar a Almudena Grandes con Galdós a quien sus críticos le achacaban ciertos errores y omisiones producto de la premura con que escribía. Creo que a nuestra escritora le sucede a veces o mismo en ésta y las anteriores novelas de la serie, todas ellas de una extensión grandísima y con un universo de personajes imposible de controlar por su magnitud. Por ello a veces cae en contradicciones evidentes como la que a continuación señalo producto a buen seguro de premura y rapidez en la escritura: el narrador acaba de decir que a las mujeres se las fusiló por la mañana y que luego "llegó el turno de los hombres " pero a renglón seguido leemos:

" Aquella noche, cuando volvió a montarse en el camión que lo devolvería al frente de Narva, Adrián Gallardo Ortega había participado en la matanza de doscientas personas desarmadas, cien hombres por la mañana, cien mujeres por la tarde."

Son pequeñísimos borrones en una obra plena de aciertos. Y digo llena de aciertos porque los anacronismos, tan frecuentes en las novelas históricas, que la escritora introduce como comer palomitas en un cine el año 1968, considerar que los mesones que bordean el subsuelo de la Plaza Mayor de Madrid fuesen ocupados en 1948 esencialmente por turistas o que en 1946-1947 alguien considerase como una posibilidad al alcance de la mano alquilarse un coche en España creo que son deslices intencionados por parte de la autora para atraer al relato a ese tipo de lector joven que no vivió esa época y a quien hablarle con referentes de su presente es lo más oportuno para atraparle en el relato. Y es que yo no puedo creer que Almudena Grandes no haya reparado en estos detalles por nimios que parezcan a no ser que de nuevo la velocidad de escritura le haya jugado una mala pasada..

La novela está narrada a dos voces, en primera persona las secuencias en las que es el doctor García quien cuenta y el resto en una tercera persona, externa y objetiva, que en ocasiones viene a confundirse con la propia autora al declarar decididamente su presencia ella misma como cuando hablando el narrador de la inmensa capacidad de trabajo de Clara Stauffer leemos: "Pero como ya se sabe que las mujeres somos capaces de hacer varias cosas a la vez ".

La escritora crea unos personajes psicológicamente muy bien perfilados y los presenta en su vivir, siendo a través de sus acciones que alcanzamos a conocer su verdadero ser interior. Esto me parece una muestra de estilo maravillosa que la novelista maneja a las mil maravillas. Un ejemplo se da cuando el personaje de " María Eugenia León visita a Pilar Primo de Rivera para abogar por Fernando Villa preso en la cárcel por haber apoyado a Manuel Hedilla y haberse opuesto al decreto de Unificación dictado por Franco en Salamanca durante la guerra. Al ser preguntada la Primo de Rivera por si conoce a ese hombre, la dirigente falangista dice: " [...] El camarada más guapo de Navarra". E imperturbable, Mª Eugenia le contesta: -Bueno -¿y qué sabrás tú?, Si a ti no te gustan los hombres, hija de puta-, eso no importa ahora... "
También me ha gustado muchísimo la frecuente utilización que la escritora hace de la técnica del contrapunto. Con este recurso asistimos a anticipaciones entrecortadas que se van intercalando en un momento situado dentro del pasado. Cuando Negrín en Valencia donde está el Gobierno republicano le pide a Manolo que se piense si acepta o no realizar una misión peligrosa en la zona franquista, al mismo tiempo ya estamos asistiendo a los primeros movimientos de Manuel en dicha zona. Y la misma técnica emplea cuando también Negrín, pero esta vez en Londres, donde está el Gobierno de la España republicana en el exilio, conversa con Manuel durante unos párrafos y sin aviso alguno en otros intercalados leemos ya sobre su estancia en el hotel de Gibraltar donde se alojará.

Sin ser exactamente contrapunto, pero teniendo muchas concomitancias con él, el estado agónico entre la vida y la muerte en que el personaje de Manuel en un momento del relato se encuentra es presentado con gran maestría por la novelista al describir cómo en la cabeza del personaje se mezcla lo que desde fuera llega hasta sus oídos con el recuerdo de las conversaciones mantenidas con Negrín sobre el nombre de Rafael Cuesta que le han dado para la misión. Escribir sobre estos estados y salir airoso del intento no es fácil. En mi opinión es en estas lides donde se percibe a los buenos escritores. Y Almudena Grandes lo borda.

A diferencia de en la anterior entrega en "Los pacientes del doctor García" creo que hay una mayor desnudez, una mayor desinhibición a la hora de tratar las relaciones personales, en especial, al abordar el sexo: "Nada me abrumó tanto como la renovada evidencia de que si yo había venido al mundo para algo era para follar con Amparo Priego Martínez ", se confiesa a sí mismo el personaje central del relato, el doctor Guillermo García.

Para finalizar
De una novela tan extensa y densa cabe hablar sin fin. Pero cumple ya acabar esta reseña no sin antes añadir que aparte del asunto central -el fracaso de unos españoles vencidos en la Guerra Civil por los franquistas, luego abandonados y engañados por las democracias occidentales en los años cuarenta y cincuenta- muchos otros asuntos y motivos surcan esta novela: la complicidad de Occidente con los prófugos nazis; el machismo que percibimos en Renato Bley, marido de Simona, que no quiere asumir que la esterilidad en su matrimonio viene de su parte y no de la de su mujer; el feminismo presente y actuante en la enorme fuerza con que las mujeres en situaciones límite se enfrentan con los problemas; la amistad a prueba del tiempo y la distancia que siempre unirá los dos hombres protagonistas y a sus familias; la dignidad del Partido en la clandestinidad; etc., etc.

Una novela, como en realidad todas las novelas de la serie publicadas hasta ahora, en la que se homenajea a esos hombres, algunos anónimos como Manuel Arroyo o el doctor García, que imperceptiblemente, casi sin hacer ruido lucharon por derrocar a la Dictadura y que, inexplicablemente, al fallecer el Dictador, fueron ignorados por la sociedad española. Y junto a estos seres anónimos otros históricos como Jesús Monzón, Pablo Azcárate, Juan Negrín... a los que se manifiesta respeto, y otros cuyo recuerdo es necesario por lo deleznable y odiosa que fue su actuación en vida: los nazis alemanes Otto Skorzeny, Josef Hans Lazar, Walter Kutschmann, etc.; León Degrelle (líder del Partido Rexista belga), Pierre Laval (presidente francés del gobierno de Vichy), la cuñada de Mussolini: Petaci; los ministros franquistas Martín-Artajo, Lequerica; las dirigentes falangistas Pilar Primo de Rivera, Clara Stauffer; el matrimonio Perón, etc. etc. Por en medio esos políticos norteamericanos como el congresista Saúl Bernstein que hicieron abrigar no pocas esperanzas a los republicanos españoles para luego dejar todo en agua de borrajas y a ellos en la estacada.
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Datos del libro
Autora: ALMUDENA GRANDES
Título: "Los pacientes del doctor García"
Nº de páginas: 768 págs (en papel).
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Tusquets Editores S.A.; Edición: 01 (12 de septiembre de 2017)
Lengua: CASTELLANO
ISBN-13: 978-8490664322
En papel: 21,75€
Ebook: 12,34€

Los pacientes del doctor García: Episodios de una Guerra Interminable IV: Episodios de una guerra interminable 4 (Andanzas)