Para quien desee saber cómo termina la curiosa historia del pequeño Tommy y su amigo, el desconocido portador de esas gafas tan peculiares, le recomiendo que lea este bello libro que la editorial Valdemar acaba de publicar en diciembre del año pasado.
Valdemar, cuyos libros en sus diversas colecciones se presentan magníficamente bien editados y siempre con traducciones nuevas, ha rescatado este libro de Chesterton, publicado póstumamente (como sabéis, Chesterton murió en 1936), añadiendo uno más a los muchos que ya lleva editados.
Los admiradores y fans de Chesterton en España debemos darle las gracias a Valdemar por revitalizar la publicación de libros del gran genio inglés. Y, en particular, por darnos la ocasión de disfrutar de este libro, que contiene muchos textos de Chesterton inéditos hasta ahora en castellano y, sobre todo, por ir acompañado de treinta dibujos realizados por el autor que, sin duda, harán las delicias de los niños de cualquier edad, aunque algunos textos -en especial, los poemas- no estén pensados para los niños.
En efecto, el libro presenta relatos, poemas y divertimentos varios de Chesterton, escritos a lo largo de toda se vida: desde la historia llamada "Half-Hours in Hades" ("Medias horas en el Hades"), escrita en 1891, cuando Chesterton tenía solo 17 años de edad, hasta el artículo "Navidad y los primeros juegos", escrito en 1934, dos años antes de su fallecimiento. Medias horas en el Hades, subtitulado como Manual Elemental de Demonología, es un divertido y falso tratado sobre los diversos tipos de demonios que se han ido apareciendo a la Humanidad a lo largo de la Historia: desde la Serpiente de jardín a Fausto, pasando por el Fauno o demonio medieval o el Ángel caído del Paraíso perdido de Milton. El supuesto manual va ilustrado con los dibujos de Chesterton, soberbios, exquisitos y excelente muestra del peculiar estilo de dibujo del autor, llenos de maestría y de buen humor, realmente magníficos.
En su juventud estudió pintura en la Slade School of Arts con la resulta decisión de convertirse algún día en un célebre pintor. La vida le llevó por los arduos y peliagudos caminos del periodismo escrito, pero nunca dejó de ilustrar sus propias historias y las de otros, nunca abandonó el hábito de dibujar y abocetar muñecos a cual más travieso y alocado, bien mediante un trozo de carboncillo, bien a lápiz, pastel o acuarelas.
Por tanto, no sólo fue un maestro de la narrativa y del ensayo sino que también hemos de considerarle como uno de los dibujantes de estilo más original y ameno. En ese sentido bien se puede afirmar que fue casi un artista del Renacimiento, capaz de escribir, dibujar, pintar y diseñar maquetas y pequeños teatros animados. Este libro pone de manifiesto su tremendo talento, no sólo como creador de divertidas historias o poemas, sino como dibujante de mundos maravillosos, grotescos a veces, crueles otras, pero siempre encantadores y fascinantes.
El propio autor se ríe de sí mismo y se caricaturiza en más de una ocasión, siempre con ese aspecto desgarbado que le caracterizaba, con su enorme cuerpo, cubierto por la capa y el ancho sombrero que le hicieron famoso por las calles de Londres.