Los pasos de nuestra vida

Publicado el 15 abril 2013 por Menteinquieta @CeciliaDiazGa
¿Alguna vez te ha pasado que se te ocurre algo que te apetece hacer y terminas por no hacerlo? Te vas, te vas, te vas y se pasa el tiempo y se ha quedado por hacer o por terminar. Aquella vez que te apuntaste a clase de inglés o aquel curso on line para aprender a usar el office, por ejemplo.
Poco a poco, con esas tareas inacabadas, terminamos por no empezar nada nuevo. Total para qué, para dejarlo a medias...

Entonces no nos decidimos nunca a aprender a pintar, ni a desarrollar una idea, ni a cambiar un mal hábito. Esto nos lleva a estancarnos en una rutina. Con 40 años nos vemos envidiando a las personas de 20 diciendo que malgastan su vida en tonterías. "Si yo tuviera 20 años menos..." se les oye decir.
Pues yo tengo 27 años y el otro día me di cuenta que me faltan 3 para los 30. Todavía no he conseguido hablar inglés, todavía no he conseguido mi plaza PIR ni sé cocinar apenas 4 platos. Pero como he contado en otros artículos como Peter Pan y el capitán Garfio o Procrastinar, menuda palabreja, es importante tener sueños, tener aspiraciones e ilusión y luchar por ellos.
Pues bien, es hora de ponernos manos a la obra.
Una estrategia muy buena que nos puede ayudar a no dejar a medias algo es saber los pasos para conseguirlo.
Y digo yo. Si todo está en mi imaginación, ¿por qué no imaginamos el camino que más nos guste? Lo importante es ir paso a paso.
Ahora mismo mi objetivo es la plaza PIR. Lo que dice todo el mundo es que hay que estudiar, estudiar y estudiar. Cuanto más mejor. Lo importante para crear nuestros peldaños imaginarios es el CÓMO. Cómo estudiar y estudiar y estudiar (puagh).
Primer paso: según nuestra disponibilidad, establezcamos tiempo y lugar para el trabajo de una manera realista. Yo dedico las tardes de lunes a viernes en la biblioteca. De vez en cuando una horita también por la mañana para repasar.
Segundo paso: tener en cuenta que si estamos en un sitio en un tiempo determinado, no estamos en otro. Así nos podemos concentrar y aprovechar mejor el momento. En mi caso, el móvil se queda en la taquilla para no tener tentaciones de mirarlo. En casa saben que estoy ocupada y que volveré a casa a las 9. Dedico las mañanas a cosas que me permiten tener la tarde libre, como ayudar en casa y cuidar de mi perrita Lluna, hacer algún recado y hacer ejercicio. Los findes son para nosotros, aunque también intento sacar tiempo para escribir y charlar con amigos.
Tercer paso: todavía no lo he dado, pero mi idea es dedicar al estudio 3 horas más por la mañana. Para ello tendré que madrugar algo más, y quizá pasen al sábado más tareas. Daré este paso más o menos en mayo, cuando mi disponibilidad me lo permita.
Cuarto paso: es el que más me cuesta y el que me convierte en una total ermitaña: estudiar el sábado. Siendo realista, me dedicaré a leer y a dormir. Creo que este paso lo daré después del verano porque en verano no me imagino estudiar también el sábado. En cuanto al PIR, lo que se necesita es tiempo, echar horas para poder estudiar tooodo el temario, que básicamente es repasar toda la carrera. Memorizar muchos conceptos requiere su tiempo, para que el día del examen sepamos contestar el mayor número de preguntas posible. De todas formas, no quiero renunciar a otras tareas que me gustan. Seguiré escribiendo, que me encanta, y haciendo ejercicio, pero con más calidad que cantidad de tiempo. Hacer ejercicio es un verdadero comodín y lo recomiendo encarecidamente. Cuesta madrugar y ponerse el chándal. Pero así me siento más fuerte para aguantar el día sentada, paso tiempo con Lluna, que corre conmigo. Además, me permite comer chocolate y demás caprichos sin que el sedentarismo me pase factura. Porque al final serán unas 45 horas a la semana empollando y me niego a digievolucionar!!
 
En fin, que esta es mi misión para conseguir la plaza PIR: la recompensa serán 4 años aprendiendo en un hospital, en un trabajo de psicóloga que me permitirá independizarme y seguir viviendo lo más cerca posible de mi familia.
Dentro de cada paso hay muchos otros, como las recompensas a pequeños logros que nos motiven a seguir, aprender a disfrutar de los buenos momentos y dar cada paso con ganas de hacerlo bien. La vida tiene muchas dimensiones y cantidad de matices. Muchos no los podemos elegir. Otros vienen solos. Pero la mayoría forma parte de pequeñas decisiones del momento. La vida vive en cada halo de aire que inspiramos, en cada parpadeo que limpia nuestros ojos y que nos permite vivir. Que sea con o sin felicidad depende de hacia dónde miren nuestros sentidos. Porque todo tiene su parte de luz y sombra, como en una foto en blanco y negro.
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