Marco Gavio Apicio (el gran gastrónomo romano) en tiempos del imperio Romano describe recetas de albóndigas. En aquella época las hacen con carnes de vacuno, pollo, pavo real, conejo y cerdo. La masa está hecha de carne finamente picada, mezclada con miga de pan humedecido y especias. La elaboración más habitual era hervirlas en agua salada y especiada, hasta que están tiernas y tiendan a flotar.
Siglos más tarde (siglo XVI) por nuestras tierras aparecen las albóndigas en el libro de cocina de la infanta María de Portugal escribe una receta. Austera de albóndigas, hechas de carne picada de cerdo o carnero, con huevo batido y algo de harina para aligerar. Que se fríen en manteca y sirven en un caldo espeso con sustancia y bien especiado.
El cocinero real Francisco Martínez Montiño, en el siglo XVII, crea además de la receta de albóndigas clásicas cocidas en caldo. Las "albondiguillas de borraja", en las que la borraja, cocida, picada, con pan rallado y yemas de huevo, se forman bolas que deben cocer en caldo de garbanzos.
En siglo XVIII aparece la receta de "almóndigas repentinas" hechas del modo tradicional pero se hacen con rapidez. Friéndolas en manteca en lugar de cocerlas en caldo. Y que se sirven espolvoreadas de azúcar y canela. A día de hoy hay quien lo llamaría guarrindogada…
Ya por el siglo XIX a la receta de las albóndigas se les añade pimentón machacado. Y es que la receta que por ser simple y barata sigue en evolución, en cada ocasión que cualquiera se atreve a cocinarlas.
un abrazo a las fuentes: http://www.heraldo.es/ imagen: www.emplatandomadrid.com