La guerra abierta entre la libertad y la esclavitud que se libra en la gran mayoría de las naciones no ha tenido un solo día de descanso durante esta pasada semana. Especialmente intensa sigue siendo la batalla legal contra el fraude electoral sucedido en el que sin ninguna duda es el frente más importante de esta guerra, los Estados Unidos de América. Porque, aunque el rancio antiamericanismo izquierdista anidado en Europa e Hispano América, que ve imperialistas yankees a la vuelta de cada esquina, pretenda negarlo, la influencia que los Estados Unidos han proyectado sobre la civilización occidental desde los años 40 del pasado siglo XX, con sus luces y sombras, se ha traducido en una corriente de libertad que ha servido de muro de contención frente a los totalitarismos que desde entonces hasta hoy han tratado de conquistar no pocas naciones que se debaten frente a los movimientos globalistas que tratan de gobernarlas. Y el globalismo de Soros y ciertas élites saben que si logran minar los cimientos de la nación norteamericana, la caída de nuestra civilización tal y como la conocemos estará más al alcance de sus manos que nunca antes.
La batalla legal que se libra en USA supondrá un desenlace casi definitivo de triunfo de la libertad o la esclavitud. Para una mayoría de los ciudadanos, mucho más en Estados Unidos que en otros países como la débil y sumisa España, lo que se dirime en estos históricos momentos es de vital importancia. Frente a los valores de fe, patriotismo, democracia y libertad que Donald Trump y su equipo defienden sin dar un solo paso atrás, el frente globalista que apoya al impresentable dúo Biden / Harris no aporta otra cosa que las estrategias populistas que ya han arruinado social y económicamente a una larga lista de naciones.
En contrapartida, el equipo legal de Trump ha advertido hace unas horas que llevará a los tribunales a cualquier comisión que certifique falsamente resultados electorales, en una clara alusión a los comités electorales de estados como Arizona o Wisconsin que mostraron una llamativa prisa en certificar resultados a favor de Biden mientras impedían a los delegados republicanos asistir debidamente al conteo de votos en muchos distritos electorales. Las malas artes y la estafa democrática cometida por el Partido Demócrata están siendo tan evidentes, que el senador republicano por Kentucky, Rand Paul, ya ha hablado públicamente de “fraude estadístico” en no pocos de los estados donde Trump perdió. Por otra parte, Sidney Powell sigue avanzando posiciones contra el fraude electoral y presentará evidencias de fraude ante el mismo juez que ayer domingo ordenó no borrar datos ni reiniciar la memorias de las máquinas de votación usadas en el estado de Georgia. Es este proceso jurídico están acusados Brian Kemp, gobernador del estado de Georgia, Brand Raffensperger como secretario de estado de Georgia y todos los miembros de la junta electoral del estado, a quienes en conjunto se les ha exigido presentar inmediatamente el contrato con Dominion y se les prohíbe “alterar, destruir o borrar o permitir la alteración, destrucción o borrado del software y datos de las máquinas de votación suministradas por Dominion” en varios condados del estado de Georgia.
Los patriotas no dan cuartel en esta guerra contra el fraude y la corrupción del Partido Demócrata y su entorno. Cuentan con el apoyo de buena parte de los ciudadanos americanos.
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