La fundación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego", significa un escandalo para las huestes del diario La Nación, ferreos defensores de la historia realizada por su fundador liberal, Bartolomé Mitre. Tanto Beatriz Sarlo como el artículo central que califica de polémico la determinación de nuestra Presidenta al crear dicho Instituto, plantean la problemática que desde el Gobierno se instale un "pensamiento único" en el orden histórico, como así, según Sarlo, que dichos historiadores se conviertan en consejeros, lo que no habían podido conseguir los revisionistas nacionalistas en la decada del 30 bajo el dictador Uriburu. Ridiculo. Es evidente la provocación de dichos artículos pero que no dejan de plantear ciertos puntos que, desde mi humilde punto de vista, coincido.Coincido, en el punto base de donde tiene que partir cualquier historiador ¿Para qué hacer Historia? ¿para quienes? La Historia calificada de oficial servía para legitimar el orden liberal conservador iniciado después de la derrota de Caseros, obedeciendo a un modelo de país que Cristina, brillantemente, salió a comparar con el desarrollo EEUU: mientras con la Guerra de Secesión, el Norte industrial vencía al Sur esclavista y librecambista; en nuestros pagos, Caseros fundaba el triunfo de un modelo agroexportador que solo sería deslegitimado cuando apareciera el peronismo.No obstante, hoy en día, el desarrollo del estudio de las Ciencias Sociales cuentan con distintas orientaciones que, como siempre, no carecen de intencionalidad pero aún así contribuyen a abrir un espectro mucho más rico que detenerse en la historia de los Grandes hombres y sus cuestiones de antinomias.El revisionismo histórico marcó a una generación de la que formaron parte Nestor y Cristina, con ambiciones de transformar la realidad, de dar por tierra con un peso de muertes y traiciones realizada por los supuestos heroes de bronce que todavía posan en las plazas, con sus cabezas adornadas con caca de paloma. El revisionismo histórico no venía a contribuir a mejorar la discipina histórica, sino a indisciplinar y a tambalear un pensamiento que legitimaba la desindustrialización, la represión y el statuquo de las clases dominantes. Contribuía a desarrollar la crítica política con la urgencia que ameritaba la época.Hoy, ni Pacho O Donnell, ni Felipe Pigna, ni mucho menos Hernán Brienza están a la altura de un revisionismo. Como bien dice La Nación, no son historiadores, son divulgadores. Felipe Pigna es historiador pero no se dedica a investigar, a realizar algún aporte transformador, sólo divulga y está bien que lo haga porque su labor despierta la inquietud de muchos argentinos para conocer más y más de nuestra historia. Los tres (sobre todo Pacho) se dedican a recopilar, copiar y pegar lo que sí realmente aportaban a partir de un arduo trabajo de investigación como eran el Pepe Rosa, Abelardo Ramos, Busaniche y Scalabrini Ortiz.Habrá que ver cómo será su metodología, sus objetivos que realmente contribuyan al desarrollo histórico y no solamente a difundir anécdotas de alcoba y a desvestir santos para vestir otros. Eso no sirve. Nuestros próceres no eran perfectos, tenían sus aciertos y errores. Como los tuvo Perón, como los tuvo Néstor y como los tiene Cristina. Por favor no volvamos a discusiones pelotudas sobre quién mató a Lavalle, si se suicídó o no; si Dorrego se burlaba de la voz de Belgrano o no; si Rosas era un santo con los indios o un hijo de puta; si San Martín era un agente inglés... resulta simpático leerlas en un best seller de verano pero no dejan de ser anecdotas chiquitas que no contribuyen a nada.
Por lo pronto, el decreto 1880/2011 coteja también el estudio sobre el rol femenino y de las clases populares, así como el abordaje de toda la realidad socio cultural. Ver decreto. Veremos cómo será su desarrollo, esperemos que no se detengan los miembros en facilismos históricos y puedan articular con otros institutos y con la propia Academia, sino seguimos sin resolver el rol de la Academia de Historia: si realmente contribuye a la sociedad argentina o sólo son un grupo de historiadores encerrados en su torre de marfil. Si no aborda esta cuestión, estamos ante dos extremos que siguen pedaleando en el aire y legitima este racismo de la inteligencia en manos de unos pocos que se creen dueños de la Historia.Así que, la batalla cultural no viene de ese lado, parte de un cambio en la conciencia cívica, en seguir transformando la realidad social, consiste en reforzar los lazos comunitarios. Consiste en defender y amar este modelo de país que supo construir el kirchnerismo. Cristina es la única revisionista histórica que muestra con hechos los modelos de país que se viene debatiendo desde los albores de Mayo de 1810, lo demás es chiquitaje...