La literatura de Gerbrand Bakker (Wieringerwaar, Países Bajos, 1962) se caracteriza por su estilo sobrio, íntimo y sutil, de emoción contenida, que expresa más de lo que se dice de forma explícita. Sus obras se desarrollan en la actualidad en pequeñas localidades rurales de su país, y se centran en un personaje que atraviesa una crisis vital profunda, por lo que en el tono impera cierta tristeza, cierta melancolía, aderezada, eso sí, con un fino sentido del humor. Hay motivos recurrentes en sus novelas, como la presencia de hermanos gemelos —con sus correspondientes tensiones por los rasgos en común y las diferencias— o las mujeres que huyen lejos de su hogar, además de una afinidad por el campo y los animales, ya que los protagonistas se mueven en un paisaje de montaña, con lagos helados a los que ir a patinar. Por sus similitudes, se le puede relacionar con Erri De Luca(Nápoles, 1950), otro autor de escritura parca y nostálgica, y asimismo próximo a la naturaleza.
Gerbrand Bakker
El lector que ya conozca a Bakker encontrará en Los perales… una novela más fluida que las demás, pero construida con la misma precisión y ese sello inconfundible con el que conmueve sin trampas emocionales. El que aún no lo haya leído, por su parte, descubrirá a un autor con una sensibilidad singular, hábil para narrar situaciones de crisis, de soledad, de pérdida, que a priori puede parecer frío por el tono, pero que a medida que avanza la lectura se va metiendo en las entrañas. También es, insisto, un buen libro para recomendar a los jóvenes, incluso para leer en los colegios, por las diversas cuestiones de interés que plantea (la discapacidad para el que la sufre y para los de su entorno, la separación de los padres, el hecho de dejar de ser un niño). Un libro muy recomendable para todos, en definitiva.