Los perdedores de las primarias gozan de buena salud

DE LAS MÚLTIPLES y sesudas lecturas que se están haciendo, y las que se harán, sobre la revolución ministerial de Zapatero, no resulta de menor calado la que tiene que ver con las primarias y la victoria de Tomás Gómez. De forma casi unánime se dijo que perdió Zapatero y que, por consiguiente, perdieron también Rubalcaba, Blanco y la propia Trinidad Jiménez. Si participamos entonces de ese, repito, casi común parecer, deberíamos convenir ahora que todos ellos salen reforzados, especialmente Rubalcaba, sin que aparentemente tengan mucho que ver ambos procesos. Vamos por partes:
Rubalcaba. Es el gran ganador, qué duda cabe, en esta operación de rescate del proyecto socialista. Tendrá tanto poder y será tan visible con la Portavocía del Gobierno que se coloca ya como "sucesor" natural de Zapatero, en caso de que el presidente el Gobierno no repita como candidato. Si hubiera que medir el éxito de la operación de Zapatero por el odio indisimulado, cuando no temor, que provoca Rubalcaba entre la derecha política y mediática, se me antoja que el presidente ha acertado de pleno. No parece, pues, que le haya ido mal al ministro del Interior con su inequívoco apoyo a Jiménez en las primarias.
Blanco. Gana menos, pero gana. Primero porque no pierde, perdón por la perogrullada, que no es poco en las actuales circunstancias. Se queda con Vivienda y en el partido pierde de vista a Leire Pajín con la que chocaba bastante. Fue el que más apoyó a Jiménez y tampoco parece que le hayan pasado factura.
Trinidad Jiménez. Zapatero premia su lealtad personal tras haberla obligado a comerse, sin rechistar, el marrón de las primarias. Claro que alguien puede pensar que si el presidente del Gobierno quería recompensarla podría haberlo hecho de otras mil maneras. No sólo no estaba muerta la futura ministra de Exteriores sino que, como sus valedores en el avispero madrileño, ha salido más que airosa de aquel cataclismo.
Dicho de otra forma, no deberían estar tan muertos cuando Zapatero se ha vuelto a fijar en ellos para pilotar el esfuerzo final antes de darlo todo por perdido. El mensaje del secretario general del PSOE, a su partido, a sus votantes y al conjunto de la sociedad ha sido, más que nítido, cristalino: mientras hay vida hay esperanza y, por lo tanto, no se resigna a morir antes de tiempo dando por hecho que las elecciones generales no están perdidas, como vaticina todo el mundo. La política es el arte de saber reinventarse. Pobre Mariano Rajoy que ya no podrá seguir metido en la cama hasta 2012. Uff, qué pereza, pensará el de Pontevedra, tener que arremangarse de nuevo para enterrar al ex moribundo Zapatero.