Los pobres buscan comida, los ricos tienen apetito (Wang se enfada)

Por Pcelimendiz

Esta crisis provocada por un virus que tiene un tamaño microscópico, pero a veces gasta una mala leche que lo hace muy peligroso, nos ha cambiado la vida a todos, y parece que así será por un tiempo.


"Los pobres buscan comida, los ricos tienen apetito" 

Ahora, para mala leche, la mía cuando presencio algunas actitudes y derivas que están apareciendo en estos momentos y que me llevan a pensar que todo está cambiando pero todo va a seguir igual.
Wang también anda muy enfadado. Está convencido de que, cuando acabe esta crisis, los pobres serán más pobres, los ricos, más ricos y la brecha de la desigualdad entre ambos, más grande. Por mi parte os apuesto un tape de boli a que así será. Y no porque Wang o yo seamos adivinos (sería fácil jugar de ventajistas), sino porque la anterior crisis se resolvió así y lo que se está proponiendo para salir de ésta no difiere en lo fundamental de cómo se hizo en aquella.
No os quiero cansar con los enlaces pero aquí os pongo el último informe de la Red Europea de lucha contra la Pobreza en España, donde entre otras muchas cosas se constata cómo en la última década se han incrementado en más de un millón las personas en situación de riesgo de pobreza o exclusión social, dejándolo en más de 12 millones de personas. ¡Doce millones!, que se dice pronto.
Pero de momento seguimos con lo nuestro. Todos lanzados compulsivamente a atender la emergencia, básicamente alimentaria. Bancos de alimentos creciendo por doquier y prestaciones económicas de urgencia, dedicadas a la alimentación, en crecimiento exponencial. Y digo compulsivamente porque no estoy convencido de que estén siendo tan necesarias. En muchas ocasiones sí, claro. Están apareciendo situaciones dramáticas que, ante la falta de una política de garantía de ingresos que las solucione, hay que paliar con estos parches alimentarios. Que de los parches nos tengamos que encargar de nuevo en Servicios Sociales es inmodificable.
Y es que claro, queda muy bien que un alcalde firme un convenio con un banco de alimentos, un centro comercial o una entidad benéfica para dar alimentos a los pobres que ahora se encuentran atravesando penurias. Y del mismo modo, es muy conveniente que los servicios sociales nos posicionemos también como los sostenedores de esa emergencia alimentaria: al fin y al cabo eso legitima nuestra función ¿no?
Nada más satisfactorio que dar de comer al hambriento, como muy bien lleva la Iglesia siglos enseñándonos.
Porque hablando de la Iglesia, esa es otra. Pues no andan la cuadrilla de prebostes que la dirigen manifestándose en contra de una renta básica permanente... Los obispos, me refiero.. Enlace. Claro, es mucho mejor dar limosnas. En cualquier caso han dejado claro a quién sirven y no es precisamente a los intereses de la gente que lo está pasando mal. 
Y en un universo paralelo, nuestros responsables políticos. Incapaces de aunar sus posturas y consensuar un plan contra la crisis. Los unos discutiendo sobre el bien y el mal, tranquilos porque de momento las limosnas están funcionando (una buena y paradójica función). Los otros haciéndose fotos y sin perder oportunidad de entorpecer cualquier avance que haga aparecer al adversario como eficaz. Lo de garantizar ingresos para que la gente sobreviva, ya si eso lo hablaremos más adelante, no vaya ser que alguien se enfade, alguien se acomode, alguien utilice mal esos ingresos...
Y mientras, seguimos confinados por un tiempo más. Parece que poco a poco se van a relajar algunas medidas y nuestros gobernantes apelan a la responsabilidad ciudadana para que puedan mantenerse. Tranquilos, que nuestro compromiso ciudadano está muy por encima de vuestro nivel político.
Por lo demás, Wang y yo seguimos con nuestras videoconferencias. Hablamos y cuando analizamos algunas cosas nos agarramos algún cabreo, pero nos tomamos un vino y se nos pasa. Al fin y al cabo, eso es lo importante. Los amigos, la familia y un poco de vino para celebrar que estamos vivos.