El pasado 8 de enero, me acerqué al Café Comercial en la madrileña Glorieta de Bilbao. Ezequías Blanco, amigo poeta, me había comentado que allí iba a homenajearse a Francisco Caro, profesor de Historia dado a conocer tardiamente como poeta, el cual, a partir de haber colgado los trastos de enseñar, ha irrumpido en el panorama poético español con una exitosa e inusitada fuerza.
Al llegar al espacio que para eventos tiene habilitado este establecimiento me sorprendió el ambiente amigable y distendido que allí se respiraba, atentos todos a que Francisco Caro, ignorante del homenaje que se le iba a dispensar, llegase al acto que él creía mera presentación de un libro, algo que también fue así.
Por fin a eso de las 19:30 apareció Paco Caro que mostró su sorpresa por la presencia de tantos amigos, venidos muchos de ellos de fuera de Madrid para arropar al maestro en este homenaje que se le rendía justamente la víspera de su 72 cumpleaños.
El muñidor del acto fue fundamentalmente Rafael Sierra, poeta y novelista exitoso, quien explicó el desarrollo que el Acto seguiría, y que efectivamente fue el siguiente:
En primer lugar José Luis Morales presentó al protagonista del acto y dio paso a la cantante Ana Bella López-Biedma quien, con su magnífica voz y acompañada sólo por la guitarra, deleitó al respetable con un poema de Francisco al que ella había puesto música.
Tras Ana subieron a la tarima una serie de poetas amigos del homenajeado que recitaron diversos poemas entre los que se contaron algunos de los siete centones contenidos en el opúsculo "A ti, poesta, que fuiste". Estos siete poemas están construidos con versos extraídos de poemas de una decena de autores incluido el mismo Francisco Caro. La editorial Latustra acompañó este opúsculo de otro bajo el título "Di breve" en el que figuran versos del homenajeado escogidos por lectores y amigos del mismo. Ambos libritos están bellamente editados.
Cuando le tocó hablar, Paco Caro dijo cosas muy hermosas sobre el ejercicio de la poesía. De todas ellas la que más me impactó fue la que, afirmó, había encontrado leyendo a Giovanni Boccaccio quien ya en el siglo XIV hablaba de la necesidad de no expresarlo todo en el poema a fin de que fuese el propio lector quien completase el escrito. Reveló Paco que la lectura de Boccaccio estaba en la base de su poemario "Cuaderno de Boccaccio". Precisamente los versos que el propio poeta escogió de su obra cuando los amigos se lo pidieron, sin saberlo él, para este acto muestran su poética, lo que él entiende que debe ser y conseguir la poesía. Los versos dicen así:
dí breve, deja / que busque quien te lea / que adultos seguidores / de tus escritos hallen / placer en el hallazgo / que añadan a la tuya / también su vanidad.Pero sin lugar a dudas el momento culmen de todo el acto fue cuando los amigos allí congregados le hicieron entrega de un libro titulado "Este nueve de enero", antología poética realizada por Davina Pazos, Francisco García Marquina, José Luis Morales, Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro Antonio González Moreno y Rafael Soler de los doce poemarios publicados por Paco hasta el momento.
Paco agradeció, emocionado, el regalo y a su vez nos regaló a todos con la lectura de "Son blancas las aves" perteneciente a su libro "Casa, cuerpo partido" e incluído, lógicamente, en la antología.
Son blancas las aves
Sin ningunaurgencia caen, como losasingraves caen, son blancasaves tristes, pedazos de la piel que me crecieraen los días de espuma
y caen, calmada como estáal fin su rebeldía
son el vuelo, son lo ceremonioso, caeny en su liturgia fingenla verticalidado la desidia fingen. Quiero decir que nievodesordenadamente
que desde una habitadaleprosería, nievaeste nueve de enero.
Hay un pecado inmóvil, una mujer oculta tras columnas, y una casa de vientos junto a un ríoque lo contemplan todo, todo
todo lo que creció ya roto, todo lo que vivió ya roto, y que sólo al caer, en el suelo posado, busca recomponerse. Quiero decir que nievasolamente de mí, de cuanto fui inocencia
que nievodesde este cuerpo azulque todavía escribe.
Desde mi tiempo hoy, sobre un tiempo que busca o que persigo, nieva: verdad que me deshace.
Copos, copos, copos, copos,…
Al acabar el acto, Paco Caro tuvo la gentileza, a petición mía, de dedicarme la Antología al tiempo que intercambiamos unas breves palabras. Descubrí ayer a un poeta excelente, un maestro de poetas. Descubrí a Francisco Caro, para mí ya poeta imprescindible.
Foto: José L. Torrego
Portadas de los opúsculos
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Profesor de Geografía e Historia en institutos de Madrid, natural de Piedrabuena (Ciudad Real, 1947). Poeta de edición tardía es autor de los poemarios: Salvo de ti (Ediciones Vitruvio, 2006), premio de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha 2004; Mientras la luz (Ciudad Real, 2007) colección Ojo de Pez BAM; Las sílabas de noche (Valdepeñas, 2008) Premio “Juan Alcaide” 2007; Lecciones de cosas (Zaragoza 2008) Premio “Ciudad de Zaragoza” 2008; Calygrafías (Gijón 2009) Premio “Ateneo Jovellanos” 2008; Desnudo de pronombre (Las Palmas 2009) Accésit premio “Tomás Morales” 2008; Cuaderno de Boccaccio (Alcalá 2010) Premio Ciudad de Alcalá 2009; Paisaje (en tercera persona) (San Sebastián de los Reyes 2010) Premio José Hierro 2010; Cuerpo, casa partida (Diputación de Soria, 2015) Premio Leonor de Poesía 2015; Plural de sed (Lastura, 2015); Locus poetarum (Polibea SL, col. El Levitador, 2017); y El oficio del hombre que respira (Eolas Ediciones, 2017).