La llamada "progresía", uno de cuyos rasgos principales es el rechazo a Dios, lo domina casi todo en la España de hoy, defendida desde la izquierda y también desde una derecha cobarde que ha renunciado a muchas de sus raices, entre ellas el cristianismo y los principios liberales. Ser "progre" significa hoy en España arrancar las cruces de cuajo de las plazas, de los cementerios, de las escuelas y de los despachos, declarándose ateos, entrar en las iglesias con las tetas fuera e insultar y acorralar a los cristianos.
Durante años estuve pensando por qué razón los gobiernos "progres" odian tanto a los cristianos que desean que desaparezcan. No entendía por qué se atacaba a Dios cuando la misma idea de Dios es un sostén de la moral, de los derechos del ser humano y del bien común, que también deberían ser los fines de la política.
Resulta que un cristiano practicante se siente libre y fuerte por ser hijo de Dios y capacitado para enfrentarse al mal y a la misma muerte con entereza. En apariencia, esa fortaleza y capacidad de ser libres y de rebelarse contra el mal debería ser admirada y premiada por la clase política, pero ocurre justo lo contrario porque los políticos prefieren el dominio y la sumisión del pueblo antes que la libertad y el valor. A los muy cobardes les aterroriza que un cristiano libre puede plantarle cara a cualquiera de los muchos políticos corruptos y ladrones que están pudriendo nuestro mundo y llenándolo de injusticia y basura. La existencia de esos hombres y mujeres libres y con Dios produce miedo en las clases dirigentes, mucho más interesadas en conservar su poder y dominio sobre el mundo que en gobernar sobre ciudadanos libres, fuertes y felices.
El político mediocre que inunda nuestros partidos y gobiernos se siente más inseguro rodeado de héroes que de esclavos y es obvio que promocione más una religión como el Islam, que significa "Sumisión", que un cristianismo que otorga al hombre una dignidad suprema y exalta la libertad individual.
Por eso han decidido prescindir y, si pueden, asesinar la idea de Dios, creyendo que así acabarán también con la libertad de los cristianos y lograban llenar la sociedad de esas masas de cobardes lobotomizados, traidores y envidiosos que se forman en sus escuelas y universidades, donde los principios, los valores, el honor y la fe son diariamente reprimidos e ignorados para producir esclavos y borregos asustados.
Por fortuna, en otros países del mundo con muchas menos tradiciones religiosas que España, pero con ciudadanos y políticos más valientes y dignos, la idea de Dios está siendo recuperada y se considera necesaria para regenerar la vida y la política.
El vídeo que ilustra este artículo es un ejemplo de mensaje envidiable de libertad y respeto a Dios, emitido por Donald Trump, como también lo son otros discursos de líderes democráticos y decentes de países que han descubierto que la falsa "progresía" moderna que defienden esos políticos arrogantes y cargados de privilegios y dinero que dominan la escena mundial conduce a los pueblos hacia la esclavitud y el fracaso.
En su discurso, Trump afirma: "Queremos que nuestros hijos conozcan las bendiciones de Dios".
Francisco Rubiales