Los portaaviones de hielo, la singular arma de la Royal Navy.

Publicado el 17 agosto 2014 por Daniel Prieto González @100cerosblog
Hace unas semanas hablamos de uno de los proyectos más raros que se intentaron llevar a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, las bombas tsunami, y puede que estas hayan sido superadas. Ese proyecto tan disparatado son los buques portaaviones de hielo, los conocidos Habbakuk.
Los Habbakuk, llamados así por el profeta del Antiguo Testamento Habacuc, fueron diseñados por el científico Geoffey Pyke. Pyke sacó la idea de un artículo de National Geographic, en el cual se hablaba de la capacidad de los icebergs para ser bombardeados y no hundirse. En ese momento, la idea de crear este vehículo vino a la cabeza del científico, y creó un material compuesto por agua congelada y serrín (pykrete en honor al inventor) que probó que era difícil de romper y casi imposible de hundir.
El origen de estos portaaviones surge en los años 1941 y 1942, cuando los alemanes dominaban la Guerra del Atlántico y los aliados tenían casi perdida la Segunda Guerra Mundial. Los nazis tenían el control sobre este océano, y los barcos con provisiones para los aliados procedentes de EE.UU y Canadá eran hundidos por los submarinos del Eje. Aunque tenían superioridad aérea, la autonomía de estos aparatos no era suficiente, y debido a la falta de portaaviones, tanto británicos como franceses y demás aliados se vieron en una situación un tanto complicada. Y fue entonces cuando, desesperados, aceptaron la idea del científico inglés Pyke.
Tras la luz verde de Winston Churchill, el posible portaaviones tendría una medidas impresionantes. Con unos 1.200 metros de eslora, 180 metros de manga, mamparos de 12 metros, 50 metros de calado, y un desplazamiento de 2.000.000 de toneladas, sería capaz de transportar 150 cazas y bombardeos bimotores y tendría 40 torres con numerosos cañones. Este enorme barco sería impulsado por generados y 26 motores eléctricos externos, lo que evitaría que los 280.000 bloques de hielo con los que se construiría se fundieran.
Además alcanzaría una velocidad máxima de 10 nudos y tendría una maniobrabilidad limitada. La misión de este buque sería proteger las rutas del Atlántico, y de este modo todas las armas y provisiones enviadas
desde América llegarían a Europa.
Enseguida empezaron los preparativos, grandes cantidades de agua y serrín fueron destinados a Canadá. Allí se construyó un buque de prueba, pero debido a numerosos problemas el proyecto quedó en eso, un simple proyecto que nunca se llevó a la práctica. Las principales causas de este fracaso son tres. La primera es que el buque prueba construido en Canadá cedió en el agua por su propio peso, es decir, se hundía. La segunda era que las grandes cantidades de hielo necesarias se tenían que conservar en gigantes frigoríficos, construidos con metal suficiente para montar portaaviones convencionales. Y para terminar, la tercera es la extraña idea que en sí suponía, ya que Pyke era conocido por otros proyectos raros, como enviar dobles de Hitler a soldados alemanes y que este les dijera que se dejaran ganar, por las cuales fue acusado de espía para la Unión Soviética.
Como ya dije la última vez, con la entrada de las bombas tsunami, este es el punto de desesperación al que llegaron los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y que nos muestra lo cerca que los nazis estuvieron de ganar.