Porque el nombre principal que aparece en la portada es, ni más ni menos, que el de Geoff Johns, el guionista que probablemente sea la mayor estrella del mundo del cómic actual. Evidentemente, el 2003, Geoff Johns no era el Geoff Johns de 2012, y eso realmente se nota en el cómic. Además, formó tándem con Kris Grimminger, que le ayuda con los guiones, y con el dibujante Liam Sharp, que se ha movido habitualmente por el universo Spawn, y que aporta el toque de sombras que tan bien le viene a una colección que tiene este nombre.
Han pasado nueve años desde la publicación de los Poseídos, y desde el primer momento en que empiezas a leerla, es obvio que esta miniserie nació con vocación se serie regular y que probablemente por no cumplir expectativas, se quedó en seis números, que componen una historia sencilla, entretenida, aunque algo apresurada (es esto precisamente lo que me da la impresión de que en principio se pretendía más de ella). En Los Poseídos, Johns y Grimminger nos presentan a un grupo de “exorcistas” bastante
Como veis, el punto de partida es un tanto retorcido a la hora de buscar el vínculo que une al grupo. Y la historia, a partir del momento en el que te encuentras a los Poseídos reunidos y luchando contra el mal, no puede ser más básica. El mundo se encuentra en una especie de cuenta atrás hacia la llegada del mal absoluto (ya sabéis, Satanás está ahí siempre esperando su oportunidad), y los Poseídos tendrán que hacer frente a sus siervos, a sus propios miedos y a los propios roles (bastante estereotipados) que cada uno de ellos ocupa en el grupo. Y es que quizá sea este último punto en el que flojea la historia, ya que las relaciones y personalidades dentro del grupo, trazadas en pleno fragor de la batalla, están bastante desdibujadas, o como he dicho antes, caen en el estereotipo.