La XXII Entrega de premios de la Unión de Actores volvió a ser un espacio entregado a la crítica social y política. Año tras año, la importancia y relevancia de los galardones han ido perdiendo fuerza en pos de un bien mayor: hablar alto y claro sobre la situación actual del gremio y de la sociedad en general.
Este año la Gala se celebró en el Arteria Coliseum, a diferencia de años anteriores que se había convocado en el Circo Price. El secretario general del sindicato achacó este cambio a la negativa del Ayuntamiento de Madrid de ceder las instalaciones incumpliendo, además, el plazo de comunicación de dos meses de antelación.
La Gala estuvo acorde a los tiempos. Uno de los humoristas comentó que su actuación iba a estar en consonancia con la situación actual, es decir, “una puta mierda”. Y a fe que por momentos lo consiguieron. Algunas de las bromas fueron de escaso gusto y, otras, simplemente no tenían gracia. En el lado positivo destacar la interpretación musical de uno de los actores que mezcló humor y música con notable éxito.
El apartado femenino estuvo más repartido aunque tampoco tuvo apenas sorpresas. Maribel Verdú por “Blancanieves” se llevó el premio a mejor actriz protagonista, Candela Peña por “Una pistola en cada mano” repitió el éxito en los Goya como actriz secundaria y Amparo Baró por “Maktub” triunfó en el apartado a mejor actriz de reparto. Curiosamente ninguna de las tres estuvo presente en la entrega.
El premio a Toda una vida recayó en Julieta Serrano, a quien todos recordamos en su fantástico papel en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. Emocionada y agradecida, la actriz tuvo palabras de agradecimiento sincero hacia sus compañeros.
Un año muy duro para el sector que está sufriendo gravemente las consecuencias de la crisis y de la política de recortes y que, al menos en su fiesta, quisieron recordar y criticar. Quizás en un futuro, cuando todo mejore (si mejora), vuelvan a ser los auténticos protagonistas los premiados.
José Daniel Díaz