Para sorpresa de los espectadores desprevenidos, los pre-candidatos extranjeros deben generar chances de evaluación si quieren llegar a instancias de la entrega. Por lo pronto, según Salomón, los responsables de cada largometraje deben “instalarlo en Los Ángeles, epicentro de la industria y hogar de los Oscar, para que los miembros de la Academia de Hollywood conozcan su existencia, puedan verlo y eventualmente votarlo”.
Se trata entonces de “organizar proyecciones adicionales, participar de algún festival norteamericano como el de Palm Springs y publicar la mayor cantidad de avisos posibles en medios especializados como Variety o Screen International“. Más adelante, el productor ejecutivo explica que en estas fechas “(dichas revistas) ofrecen promociones importantes para publicitar; el problema es conseguir el dinero necesario”.
Dicho de otro modo, hace falta un buen lobby para seguir en marcha.
Una productora independiente como la que llevó adelante Aballay debe pedir asistencia para financiar esta suerte de gran campaña de prensa. “El INCAA nos ayudó con la copia subtitulada que solicitó la Academia de Hollywood; también hicimos varias gestiones institucionales y privadas pero no conseguimos tantos resultados”, cuenta Salomón.
A las exigencias económicas se suma otro escollo: “para el público y el pensamiento hegemónico norteamericano, México y Europa son plazas importantes a la hora de ponderar y evaluar futuros ternados”. Por eso existe una “sensible inclinación hacia esos lares”, aún cuando el resto de Lationamérica tenga “una sólida tradición cinematográfica con autores muy potentes que se han abierto un merecido espacio” (quizás el entrevistado haya pensado en la trayectoria de Juan José Campanella).
Tras competir con “sesenta películas aproximadamente” (siempre según Salomón), Aballay quedó fuera de la lista de nueve pre-nominadas entre las que sí figuran Pina de Wim Wenders y Nader y Simin. Una separación de Asghar Farhadi. Obligados a elegir, muchos nos quedamos con las películas alemana e iraní antes que con la argentina, pero da pena imaginar que quizás alguna/s de las otras siete se mantuvo/ieron en competencia gracias a una mayor capacidad de lobby y no por sus cualidades cinematográficas.