Este fin de semana se entregaron los Premios Príncipe de Asturias. Entre ellos uno especialmente emocionante: a “la Roja” por hacernos soñar, por ser capaces de unir lo que lo que los políticos parecen no querer, por darnos alas, por transmitir que toda meta es alcanzable si se es un equipo y se pone el corazón, porque nosotros también lo valemos.
Un premio más que merecido, que al final tras muchos dimes y diretes con los mega entrenadores, recogieron nueve jugadores en representación de los 23 que consiguieron hacernos tocar el cielo en Sudáfrica. Casillas, Xavi, Llorente, Javi Martínez, Marchena, Capdevilla, Jesús Navas, Reina y Mata fueron los privilegiados que estuvieron en Oviedo el sábado, con Vicente del Bosque a la cabeza.
Del Bosque que siempre ha demostrado de forma práctica y sin ostentaciones, los valores con los que otros se llenan la boca, de nuevo fue el ejemplo del que muchos de los mandos y supuestos líderes de nuestras organizaciones deberían aprender.
Con la humildad que le caracteriza, y la naturalidad de quien hace un gesto cotidiano, Vicente del Bosque firmó otro gran capítulo para su leyenda de gran líder. Tras invitar a asistir a la entrega de los premios a Luís Aragonés, quien como todos recordaréis estuvo durante el Mundial poniendo continuamente en entredicho y criticando al salmantino, no se conformó con ello, y en su discurso le agradeció su gran contribución al éxito en Sudáfrica de la Selección. Le atribuyó el mérito de la victoria a Aragonés, y al magnífico equipo de jugadores, como si él ni siquiera hubiera estado allí.
Y por si fuera poco, cuando llegó el momento de salir a recoger el galardón, Vicente del Bosque se acercó personalmente a la butaca de Luís Aragonés para pedirle que les acompañara a compartir tan singular momento.
¡Chapeau! ¡Espectacular! Esto es la humildad del líder. Esto es ponerse al servicio del equipo, es saber compartir el éxito, es saber valorar a los demás. Estos detalles son los que hacen grande a una persona, son los que esculpen la autoridad de un líder. Este es un ejemplo tan poderoso que marca el estilo de un equipo, que traza el rumbo para los que vienen detrás. Un ejemplo que no deja indiferente a nadie. Ni siquiera a los malos jefes, a los malos políticos o a los que se creen mejores que los demás. Aunque sólo sea porque por unos segundos alguien les ha sabido poner delante un espejo en el que reflejar sus vergüenzas. ¡Grande Del Bosque!
Puede que a Del Bosque le falte glamour, como algunos directivos del deporte español le achacaron en el pasado, pero sin duda su talla humana y calidad como líder está al alcance de muy pocos. ¿Buscamos referentes? ¡Sigamos a Del Bosque!