El nombre de Alto de L´Angliru hace estremecerse hasta al más avezado cicloturista. Seguramente hablemos del puerto más duro de la península Ibérica, un coloso que por sí solo, y gracias a su leyenda y plasticidad, consigue eclipsar a cualquier otro alto. Quizás por eso el nombre del Cordal, este pequeño puerto que siempre antecede al coloso riosano, pase mucho más desapercibido, pese a que sus rampas tienen la entidad suficiente como para hacer bastante pupa en tus piernas. Además en su bajada se han visto escenas ya icónicas de la ronda española, como la caída de Abraham Olano y su vuelta a la carretera entre las zarzas.
En esta ocasión el Cordal se ascenderá por su otra vertiente, la que habitualmente es de bajada camino al Angliru, y será el segundo puerto de la etapa que culmina en La Farrapona. Por eso, porque desde Marchas y Rutas creemos que los puertos de paso son importantes y porque queremos que te enfrentes con garantías a cualquier reto cuando te toque afrontarlo, vamos a describirte este alto con todo lujo de detalles.
Las vistas son muy características
El Alto del Cordal por la Vega de Riosa presenta una ascensión de ocho kilómetros a casi el seis por ciento de pendiente media. Esta pendiente es bastante uniforme, por lo que salvo un tramo pequeño de descanso casi en la cima apenas podremos encontrar espacio para respirar si vamos asfixiados. Y lo cierto es que esta vertiente, pese a no presentar tanta dureza concentrada ni rampas tan rompedoras como la contraria, sí que tiene la suficiente como para ponerte en apuros y exigirte lo máximo. Es decir, que nos encontramos, para entendernos, ante uno de esos puertos que debes de subir siempre a tu ritmo, ya que si intentas seguir el de los demás y estos te sacan de punto los ocho kilómetros se te harán interminables.
La subida comienza, como dijimos, en La Vega de Riosa, y ya en las calles del pueblo la pendiente se establece de forma muy uniforme en el 6-6,5 % del que apenas bajará. La carretera tiene un buen asfalto y resulta bastante entretenida por las continuas curvas que presenta, discurriendo siempre por un bosque bastante cerrado y zonas de abundante vegetación. Además en esta vertiente no deberemos tener cuidado con sus traicioneras curvas…al menos hasta alcanzar la cima.
Vegetación hasta que parece una cueva
Tras cinco kilómetros de subida con dureza creciente, que acaban con una buena rampa al ocho por ciento, nos encontramos con una paulatina bajada en la pendiente, y ante nosotros tendremos unos mil metros a menos del seis por ciento y un kilómetro al tres por ciento que nos parecerá casi llano. Aquí debes coger impulso y llenar los pulmones de aire antes de afrontar el kilómetro y medio restante donde las rampas al seis-siete vuelven a aparecer. La cima nos deja ante una bajada muy inclinada y peligrosa, especialmente conflictiva en días de mal tiempo, que te debes tomar con calma para no tener sustos.