Concluimos hoy la descripción de esta nueva y atractiva vertiente del alto de la Matanela, un puerto que, como puedes apreciar, tiene un montón de vertientes, todas ellas de gran interés paisajístico y alguna con rampas realmente duras. Esto, junto con su cercanía a otros puertos de entidad como El Escudo o Estacas de Trueba, permite realizar unos recorridos circulares de subida a la Meseta realmente asesinos, recorridos de esos que harían las delicias de cualquier aficionado si se incluyeran en el pelotón profesional. Porque además todas estas subidas están asfaltadas….así que no hay excusas.
Te habíamos dejado ayer justo en la crestera que culmina con la parte mas dura del puerto, esa que nos ha llevado, de salto en salto al veinte por ciento, hasta coronar un pequeño altillo. Ahora tenemos por delante un par de kilómetros bastante irregulares, con subiditas (algunas de rampas que alcanzan el 16%) y bajadas de lo más variado. Dos kilómetros que, pese a tener una media inferior al tres por ciento no suponen en modo alguno descanso y que nos irán picoteando aun más nuestras doloridas piernas.
El paraje por el que discurre nuestro lento caminar es paradisíaco, atravesando pequeños pueblos llenos de casas tradicionales montañesas e iglesias de interés histórico, y combinándose con largos tramos por praderas donde las vacas pastan tranquilas y apenas podemos divisar nada que no tenga origen natural. A ello ayuda el estado de la carretera, buena, pero no excelente, que dota a este puerto de un aliciente y dureza extra.
Después vamos a entrar en el último tramo realmente duro de este puerto, mil metros que debemos superar justo antes de llegar al cruce con la carretera que sube desde San Pedro del Romeral tomando la que podríamos considerar vertiente clásica de este paso, y que nos exigirá todo de nuestras fuerzas, ya que presenta encadenados tres rampones entre el doce y el dieciséis por ciento. Aunque la verdad es que ahora que sabemos que estamos tan cerca del final, de la meta, no vamos a rendirnos, y superaremos las rampas aunque sea a gatas. De hecho…seguramente sea a gatas.
Una vez que tomamos el desvío y recogemos la carretera más directa, de mucho mejor asfalto y menor pendiente, todo está ya más o menos vendido. Apenas nos quedan dos kilómetros al tres por ciento por un paraje precioso que nos va a dejar en la cima de este puerto. Eso si, no te olvides de los cinco kilómetros que tienes después, llaneando por la cresta de la montaña entre un bosque de pinares. Y es que ese traicionero tramo puede llegar a dejarte totalmente roto si intentas hacerlo con demasiado desarrollo o si te sale un día de fuerte viento sur, en cuyo caso te irá frenando poco a poco. No lo olvides, porque puede que pasar la cima fe este duro y atractivo puerto acabe convirtiéndose en un infierno para ti.