El primer puzle fue creado en 1760 por Juan Spilsbury, un creador de mapas en madera que, sin proponérselo, diseñó el primer rompecabezas al cortar los bordes de los países que formaban su mapa sin percatarse de que de esta manera los separaba definitivamente y encontrándose con la dificultad de tener que volverlos a juntar para conseguir de nuevo la imagen de su mapa.
Fue a partir de 1900 cuando comenzaron a fabricarse los primeros puzles artísticos para adultos rodeados de misterio ya que no se acompañaban de una lámina con el diseño final para orientar al montador, sino que, guiándose por la sugerencia del título debían ir investigando y probando hasta descubrir la obra misteriosa que guardaba dicho puzle. No os parece fantástico?
La edad más adecuada para ofrecer los puzles a nuestros hijos es a partir de los 18 meses, edad en la que se ha producido una maduración cognitiva que les capacita para entender las características de dicho juego.
Deben ser puzles sencillos de dos o tres piezas y con un gancho que facilite su manipulación. Se trata de una actividad que no debe durar más de 10 o 15 minutos.
El niño, mediante el desarrollo de esta actividad, no solo potencia su motricidad fina, sino que además comienza a jugar con la lógica y la visión espacial, ya que los puzles solo admiten una posición posible que tiene que ver con la similitud de los bordes y la coherencia del dibujo.
Os dejo algunas muestras en las fotografías, de los primeros puzles más recomendables para vuestros hijos deseando que disfrutéis de este divertido juego cargados de paciencia.
Recordar que otra de las partes fundamentales de este juego es guardarlo correctamente para que las piezas no se pierdan y el puzle pierda su significado.
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