Moisés Cayetano Rosado
Pues eso, ¡pelillos a la mar! Y, si se tercia, echar a la mar, en lo más hondo, junto a los tiburones, a los que dieron la cara, la ilusión, los sueños, para que a la postre, como en “El Gatopardo”, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cambiándolo todo, todo siga todo igual que como estaba.