Los que realmente saben, no lo dicen, lo demuestran

Publicado el 22 julio 2021 por Belduque

Con cierta regularidad algunos timadores han utilizado los distintos medios de comunicación para hacer pronósticos de catástrofes naturales como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, o que va a caer un asteroide. 

Incluso algunos pseudo-investigadores se ponen a elucubrar sobre supuestas conspiraciones mundiales “secretas”, e incluso hay quienes han “predicho” supuestos “cambios dimensionales”, invasiones extraterrestres, pero sobre todo se han dedicado a promover ideologías de odio o xenofóbicas basándose en sus creencias sesgadas. Ideas que para ellos, son incuestionables e irrefutables, aunque la realidad nos muestre todo lo contrario.  

Como dicen por ahí, "el establishment de los revolucionarios anónimos de teléfono móvil quieren imponer su mainstream sobre los demás”, y sin permitir ningún tipo de cuestionamiento, sólo hostigar a todo aquel que ponga en duda sus postulados. 

Sobre esto, el Artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, enfocado a la libertad de pensamiento y de expresión, señala que el ejercicio de ese derecho no puede estar sujeto a previa censura, pero sí a "responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley". Esto es para asegurar el respeto a los derechos de los demás, y resguardar la seguridad nacional, el orden público, la salud y la moral pública. 

En otras palabras, la libertad de expresión es para comunicar y servir a los demás, no es para promover desinformación, bulos, charlatanería e ideologías de odio; mucho menos para cumplir caprichos de autonombrados líderes políticos o religiosos con problemas mentales. 

Tienes derecho a expresarte, pero no a pasar por encima de los demás para lograrlo. Tú libertad de expresión termina donde comienzan los derechos, la libertad y la dignidad de los demás. No es correcto el utilizar los medios de comunicación, ni las redes sociales, sólo para estar atacando a los que no obedecen ciegamente tus ideales. Para colmo hay funcionarios públicos que utilizan las plataformas de los medios para señalar a quienes ponen en duda y cuestionan tus opiniones para que sean atacados por sus seguidores. 

Los ignorantes, aunque sean muchos y ladren mucho, no dejan de ser ignorantes; o como dijo el escritor religioso Benito Jerónimo Feijoo: “El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas. Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes. ¿Qué acierto, pues, se puede esperar de sus resoluciones?”. 

“Valora las opiniones, no las cuentes” dijo el filósofo Séneca. Aunque un “líder” tenga muchos seguidores, sus puntos de vista u opiniones no valen nada, si sus argumentos no están sustentados en la realidad. Como unos que por ahí se basan en sus “otros datos” con verdades a medias inventadas por ellos mismos. 

Para poder tomar en cuenta una opinión, debemos tener en cuenta el conocimiento probado de la persona que la expresa, y cómo la expresa. El valor de la opinión lo otorga la certeza, veracidad y sustentabilidad de lo expresado. Debe de ser constatable lo que se dice, y de ser real (verificable), lo correcto es aceptarlo, de lo contrario el que sale perdiendo es el quien no quiere reconocerlo. 

Como dijo el filósofo Sócrates "Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, no merece ser conocido por nadie, sepultémoslo en el olvido". 

“La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”, así dijo también Sócrates. 

Un debate no se gana argumentando sofismas y posverdad, se gana cuando todos entran en razón.