Después de meses con la barrera de torniquetes libres, el sistema Metro, a través de su presidente, anunciaron el reinicio de cobro del pasaje. Se aprovechó la coyuntura del aumento de pasaje en el transporte terrestre motivado a la reconversión monetaria, para hacer lo propio con el subterráneo.
Hasta el momento, usuarios y operarios del sistema, habían justificado el mal servicio de los trenes por el hecho de su gratuidad. Los analistas más sesudos, extienden sus disertaciones bajo argumentos como que los cuatro bolívares fuertes que costaba el boleto de ida, era insuficiente para mantener en condiciones óptimas el servicio.
De ahora en adelante, el pírrico pasaje se convierte en un equivalente, pero devaluado, importe de 50 mil bolívares fuertes, o lo que es lo mismo, 0,50 bolívares soberanos.
Alicia, trabajadora de la administración pública que usa obligatoriamente el sistema de lunes a viernes, y por preferencia los fines de semana, estaba el martes pasado en el tren cuando se inició una conversación referente al nuevo precio.
–Ojalá y sirva para mejorar el tiempo en que cada tren debe pasar, que en 1985 era de minuto y medio…también que haya aire acondicionado y, sobre todo, que sirvan las escaleras mecánicas, puntualizó.
Y es que, así como Alicia, los casi cinco millones de usuarios diarios de las tres líneas subterráneas, el tren a los Valles del Tuy y los metrocables, saben que 95% de las escaleras mecánicas de las 35 estaciones no funcionan, que 80% de los vagones ruedan sin el necesario aire acondicionado y que, un viaje puede representar desde 20 minuto a 2 horas de la vida de cada uno de sus frecuentadores o asiduos.
Ya es costumbre que en la línea 2, un tren pueda permanecer 40 minutos detenido en la estación Zona Rental para iniciar un recorrido de otros 40 minutos hasta su destino final, pero que en realidad dobla el tiempo. Es decir que una hora 20 minutos es el lapso invertido en ida o venida.
¿Podrá el nuevo pasaje lograr que mejoren esas falencias del sistema? Esperemos la hora de los reconvertidos.
Luis Vera Márquez
Septiembre 2018