VIERNES, JULIO 25, 2014
LEANDRA GUZMAN BRUNET ESCRITORA CHILENA NORUEGA
PORTADA
Conociendo la esencia de ‘Con el reloj de mi abuela’: entrevista a Leandra Brunet
Por Leonor Taiano Campoverde el 18 julio, 2014 @LeonorTaianoC
En la entrevista que la escritora Leandra Brunet concedió para Mito, José Sarzi Amade y Leonor Taiano Campoverde tuvieron la oportunidad de conocer la perspectiva de la autora chileno-noruega sobre su obra autobiográfica Con el reloj de mi abuela. Brunet habla sobre su relación con su tierra natal, el significado de Noruega en su mundo afectivo, la importancia de los recuerdos y las razones que la condujeron a escribir este texto.
Leandra Brunet nació en Santiago en 1961 y reside en Noruega desde que, junto a su madre y sus hermanos, recibió asilo político durante la dictadura de Pinochet. Estudió Ingeniería en la Universidad de Bergen y ha traducido diversos textos y programas informáticos. Es también diseñadora de vestuario, actividad por la que obtuvo el Premio Nacional de Diseño en Noruega el año 1994 por su “Exposición en piel de pescado”. Actualmente trabaja como diseñadora y profesora de castellano como lengua extranjera, en Folkeuniversitetet, desde el año 1996.
Brunet alterna sus actividades profesionales con la creación literaria y se ha convertido en una de las máximas exponentes de la literatura comprometida chilena, producida en Noruega. De hecho, Con el reloj de mi abuela, obra de la que se hablará en esta entrevista, ha sido escrito en memoria de su padre Marcelo Guzmán y de los ejecutados y detenidos desaparecidos en el campo de concentración de Pisagua [1].
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Revista Mito. Buenos días Leandra, gracias por haber aceptado esta entrevista. Desde hace tiempo que deseábamos saber más sobre usted y sobre su obra
Con el reloj de mi abuela.
Leandra Brunet. Gracias a ustedes por permitirme utilizar la palabra. Ella lo encierra todo, las grandes alegrías y la fuerza para soportar los dolores. Qué alivio su presencia y, a la vez, ¡qué castigo su ausencia!
Escribir es la mejor forma de abrazar la vida pero sin dejar de reflexionar para levantarse combativa contra esas palabras de sabor amargo, la injusticia, todo lo que transforma en opresor al oprimido, o que roba la dignidad de ser. Me arrebataron la dicha y me entregaron la angustia, la responsabilidad de esa transformación de la esencia más
honda que fue volverme resiliente.
R.M. ¿Por qué decidió escribir
Con el reloj de mi abuela?
L.B. He vivido sustentando una niñez en la mirada, observándolo todo, en constante búsqueda de comprensión; pero son en mis recuerdos donde están mis raíces y las respuestas que se han vuelto a su vez nuevas preguntas.
Escribí mis recuerdos porque tenía que hacerlo. Porque es mi vida y quisiera salvarla. Mi experiencia es parte de la memoria histórica de mi país y habiendo cobrado conciencia de su fragilidad, de cuán efímera es la memoria, quiero darle un momento más de existencia para mis hijos, para mis nietos, y para los que han de venir.
R.M. ¿Se trata de una obra totalmente autobiográfica o hay elementos ficticios?
L.B. En el género de los recuerdos se debe tratar de contar la vida como fue, hubiera preferido quedarme abrazada al silencio, y hubiese sido tal vez una aventura de la cual existen respuestas y se inundan los ojos de detalles. Sin embargo pase a ser una sombra de mi misma, y aun así fue muy difícil describir la destrucción de mi familia, la desgracia de mis hermanas, etc. Inicialmente cuando escribí la primera edición, pensé que había encontrado las respuestas a mi pasado, pero hoy siento que aún los hilos no están unidos y debo llegar a la totalidad de esta historia hasta rebasar la profundidad del silencio. Me temo que cada rincón que desempolve, contribuye a la que ha sido una búsqueda a lo largo de mi existencia: la Verdad y la Justicia.
R.M. Usted dice que sus padres le dieron muchos nombres y que para sus lectores desea ser “Leandra” ¿Por qué escogió ser Erika en la historia? ¿Existe alguna diferencia entre Erika y Leandra?
L.B. Curiosa pregunta, elegí ser Erika pues desde niña mis hermanos me llaman Erika, y es el nombre que asocio con esa época de injusticia, de dolor, de despojo.Son los recuerdos desnudos de una niña. Allí me faltaba cielo y árboles y la presencia de mis padres. Fue la época de indignación de identidad, de cambiar el enfado por la risa. Leandra es la mujer, la madre, compañera y amiga. Es el ser que carga la responsabilidad de hacer realidad mis ideales de verdad y justicia.
R.M. La obra inicia en Oslo, capital de la nación a la que usted se refiere como “Mi bella Noruega”. ¿Qué significa para usted Noruega? ¿Siente que Noruega es su tierra de adopción?
L.B. Noruega no es mi tierra de adopción, Noruega es mi país, es el lugar que he vivido gran parte de mi vida físicamente, aunque por momentos mi camino ha consistido en transformar la nostalgia, el dolor de la ausencia y de las perdidas irremediables, en el amor por las causas que he abrazado, por quienes me rodean, por aquellos a quienes he podido servir. Dicen que “Ostra feliz no cría perla” ¡Cómo agradecer la maravilla de vivir aquí! Y cuándo estoy lejos, siempre vuelvo a cerrar los ojos para disfrutar sabiendo que cuando vuelva abrirlos mi realidad, aún me estará esperando.
R.M. ¿Qué papel desempeña Chile en su vida?
L.B. Chile es mi niñez y solo puedo salvar la época de mi infancia de distintas maneras, principalmente recordando mi vida antes de los once años y el corto periodo después de los doce años. Con los años me he desprendido de los pocos granos de arena que traje de Chile, y creo que ya nunca más podré sentir mis pies firmes y apegados como en otras tierras. Hay periodos de la vida que trascurren en una especie de armoniosa felicidad, periodos que tienen la tenue tonalidad de la alegría, y para mi coinciden con aquellos años, en aquellas largas vacaciones con mi familia, donde el lenguaje era más dulce y agradable.
Hoy Chile representa la injusticia y mientras no exista Verdad y Justicia, jamás podré reconciliarme con Chile.
R.M. ¿Se definiría usted como una persona con dos patrias?
L.B. Me considero una persona de todas partes, mi pasaporte sólo dirá mi fecha y lugar de nacimiento, sin embargo mi sonrisa, mis lágrimas, mis deseos estarán donde me sienta bien.
R.M. Las escenas más dramáticas de la obra son aquellas relacionadas con el campo de concentración de Pisagua, el arresto domiciliario de su madre y la humillación sexual del sargento golpista hacia la hermana de Erika. ¿Considera usted que estas infaustas vivencias forman parte del pasado común chileno? ¿Por qué decidió ser tan descriptiva en esta parte de la obra?
LB. Después de esa felicidad casi perfecta, que duró algunos años, el cielo, envidioso se acordó de nuestra familia y ese
Dios furibundo en el que creían mis ancestros descargó el rayo de su ira sobre nosotros que, tal vez sin darnos cuenta éramos una familia feliz, e incluso muy feliz.
Es por eso que
al escribir, sentí con más fuerzas que nunca el poder describir cada infamia cometida por aquellos seres psicópatas que destruyeron nuestras vidas y las de muchos niños como nosotros.
En este momento se estima que más de 700 menores quedaron huérfanos producto de la dictadura en Chile. Son algunas de las cifras de diversos informes de organismos de derechos humanos que retratan lo que vivieron menores de edad. Muchos de ellos llegaron a la Fundación de la
Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia, organización creada en 1979, donde acogieron a los huérfanos que lo perdieron todo.
Según el informe Rettig existen al menos 307 menores de 20 años ejecutados, de los cuales 75 son detenidos desaparecidos. Cuatro de cada cinco niños, pasaron por la tortura, violaciones… Muchos de nosotros al reabrirse los juicios por el ministro Carroza en agosto del 2013, nuevos recuerdos subieron a la menoría, recuerdos escondidos en lo más profundo de nuestro ser.
R.M. Erika se niega a llorar, no quiere que sepan que sufre ¿Considera usted que Erika, a pesar de su corta edad, se convierte en un ser adulto en la novela? ¿Piensa usted que Erika es una heroína?
L.B. Una de las cosas más duras que tenemos que hacer cuando alguien se nos muere, o cuando lo matan, es revisar las gavetas.
A mí me encomendaron hacerme cargo de mis hermanos, defensa única para sobrevivir, y el no llorar lo escuché mientras esperaba por mi hermana en el regimiento, “Los valientes no lloran” dijo una compañera que buscaba a su hijo. Me quedó tan marcado, que a mis 33 años aprendí a llorar… y dejé de ser quien había sido, y comencé a llevar la dulzura que había escondido por años.
Heroína…mmm… que ironía hace unos meses descubrí que llevaba grietas horribles y el dolor tuvo que ser tan grande que nunca en cuarenta años se manifestó, nuevamente estoy volviendo aprender a vivir y sigo tejiendo una vida que no acaba por terminar de tejerse.
Soy una resiliente de una cruel dictadura que tuvo que luchar contra viento y marea, dictadura que me arrebató a mis padres, país, familia y abuela…
R.M. Los objetos tienen una gran importancia en la obra: el reloj de su abuela enciende la mecha de los recuerdos, el chalet, los libros, etcétera, son destrozados, la mesa del comedor expresa su humillación diciendo “me rayaron como si fuese un pino viejo”. Erika dialoga con los objetos, percibe sus emociones, comparte sus temores y sus recuerdos ¿Cuál es la relación existente entre los objetos y la memoria? ¿Entre los objetos y la realidad?
L.B. Al cerrar la puerta de casa, se quedó lo más hermoso de mi familia,y agradezco las emociones vividas, sé que al escribir de ellos me ayudó a superarlos, sé que el poder compartirlos enriqueció mi vida en niveles mayores de los que caben en palabras. Además pienso que si un viaje nos ha sido grato y enriquecedor, ¡cuánta gratitud hacia los primeros pasos! Debo a mi niñez en
Iquique.
R.M. Lamentablemente la entrevista ha llegado a su fin, muchas gracias por habernos permitido saber más sobre usted y su excelente texto.
L.B. Gracias a vosotros, quizás si a lo largo de mi vida hubiera hecho reír más a mis amigos, si hubiera creado ceremonias, costumbres para distintos momentos del año, o hubiera sembrado un jardín, o tantas otras cosas que pudieran dejarme viva en la memoria, no hubiese escrito este libro con tanto dolor acumulado.
[1] Para mayor información, véase también el artículo de Leonor Taiano “Con el reloj de mi abuela… las raíces chilenas de un present