El periodo de los reinos combatientes, que abarca desde el siglo V a.C. hasta el 221 a.C., es una de las etapas más oscuras de la historia de China. Durante trescientos años siete reinos lucharon por la hegemonía del Imperio del Medio, terminando con la supremacía del reino de Qin, que acabó absorbiendo a todos los demás feudos e iniciando así una de las más famosas dinastías chinas. Su líder, Qin Shi Huang, fue enterrado en el famoso mausoleo de Xi’an, donde 8000 soldados de terracota flanquean su tumba por los siglos de los siglos.
En Somalia llevan ya 20 años de continuos combates entre múltiples facciones, de ahí el paralelismo. Por un lado el gobierno federal, apoyado por la Unión Africana y las Naciones Unidas. Por el otro una amalgama de grupos islamistas, entre los cuales destaca Al-Shaabab. Además, en el noroeste del país se halla Somalilandia, una región independentista y que lo es de facto puesto que Mogadiscio apenas ejerce influencia alguna en esa parte de su territorio a día de hoy. Pero, ¿cómo surgieron todas estas disputas? ¿Desde cuándo Somalia es considerado un Estado fallido?
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Siad Barre y el “síndrome Gadafi”
Siad Barre junto con el Emperador Haile Selassie de Etiopía
Mohammed Siad Barre gobernó la República de Somalia desde 1969 hasta 1991 con mano de hierro. Tomando de modelo los países socialistas de la época, en especial la China de Mao, comenzó una serie de reformas destinadas a crear una Somalia unida y a minimizar el poder de los clanes y reforzar así al gobierno central y al partido único. Su enfrentamiento con Etiopía por el territorio de Ogadén (considerado parte de la Gran Somalia de Barre) provocó la ruptura con Moscú, quedando así como otro verso suelto más dentro del bloque socialista junto con Yugoslavia, Albania o China. Ya en la década de los ochenta, su salud se deterioró y el gobierno central comenzó a combatir cédulas rebeldes que iban surgiendo como esporas en los vastos territorios desérticos del interior.
La Junta Revolucionaria fue depuesta por el Congreso Somalí Unido, alentado por el clan Hawiye, uno de los mayores del país y cuyo epicentro se encuentra en la capital. Con la caída de Barre aparecía el “síndrome de Gadafi”, término que nos permitimos la licencia de acuñar, basado en la atomización de grandes estados tras la desaparición del nexo de unión, normalmente de corte marcial y dictatorial. Ocurrió en Yugoslavia, ocurrió en Libia, está ocurriendo en Siria y ocurrió en China con el final de la dinastía Jin. Sin Barre no había gobierno central, y sin gobierno central las diferentes facciones comenzaron a organizarse para intentar tomar el poder.
Facciones al inicio de la guerra civil en 1992
Aquellos que consiguieron acabar con más deveinte años de dictadura no consiguieron unir bajo su mismo pabellón a los demás grupos, iniciándose así uno de los peores episodios de la historia de Somalia. Al norte de la capital, el Frente para la Salvación Democrática de Somalia (SSDF por sus siglas en inglés) y el Movimiento Nacional Somalí (SNM) se negaban a aceptar a la nueva autoridad mientras que en el sur el Movimiento Patriótico Somalí (SPM) también la rechazaba. Pese a los intentos de negociar una alternancia de poder entre los distintos grupos, los nuevos señores de Mogadiscio se negaban a cederlo a nadie. El SNM utilizó este pretexto para declarar su independencia, de la cual hablaremos más tarde. Mientras, en el resto del país, se lograba un acuerdo en Djibouti cediendo el gobierno interino a Ali Mahdi Muhammad, cabeza visible del Congreso Somalí Unido (CSU), el cual debería encabezar una transición hacia la democracia. Pero si ya había sido difícil obtener un pacto entre los clanes y las facciones, Mohammed Farrah Aidid, señor de la guerra y persona de gran poder en el CSU, se alzó contra el nuevo presidente y lanzó una serie de durísimos ataques contra el recién estrenado gobierno en el sur de Mogadiscio. Entre 1991 y 1994 se calcula que murieron más de 250.000 personas ya fuesen víctimas del hambre o de la guerra.
Las Naciones Unidas enviaron un primer contingente bajo el nombre de UNISOM con el objetivo de mantener la paz, pero tanto Aidid como Muhammad no estaban por la labor. Los combates continuaban y las facciones se iban uniendo y desuniendo según se decantaba la balanza de poder hacia uno u otro bando. La UNISOM era incapaz de mantener la paz y los señores de la guerra se hacían con el control de todo aquello que los organismos internacionales enviaban a la zona – tal y como se puede ver en la película de Ridley Scott “Black Hawk Down”, basada en el libro del mismo título escrito por Mark Bowden –.
La salida de la ONU y el periodo de entreguerras
La UNISOM fue un fracaso, lo que obligó al Consejo de Seguridad de la ONU a organizar una segunda misión a Somalia para que pudiese tener bajo control a Aidid y las demás facciones. Sin embargo, el poder y la ambición de éste pusieron en jaque a las tropas internacionales, acabando con la vida de 24 pakistaníes en una emboscada y con 18 americanos durante la “batalla de Mogadiscio”. A consecuencia de tan fatídica operación, los americanos se retiraron del país y la ONU hizo lo mismo dos años después sin haber conseguido atrapar a Mohammed Farrah Aidid – el cual murió en un tiroteo en 1996, ya autoproclamado presidente –.
Clanes de Somalia (no confundir con etnias)
Tras la desaparición de Aidid, cierta paz llegó al país. Las facciones se repartieron el territorio y cada una intentó gobernar su pedazo, destacando Somalilandia, Puntlandia y Jubalandia. En Puntlandia el SSDF se enfrentó a los islamistas de Al-Ittihad al-Islami y a partir de 1998 se consiguió establecer junto con otros grupos una especie de gobierno estable. Jubalandia, la región fronteriza con Kenya y de donde proviene el antiguo clan de los Barre, estaba dominada por el Frente Nacional Somalí, liderado por antiguos mandamases del régimen. En 1999 el SNF se unió a otras fuerzas para fundar la Alianza del Valle del Juba. Más tarde, en 2002, en la región dominada por el clan Rahanweyn se constituyó otro “estado” llamado Estado Suroeste de Somalia y Galmudug en 2006.
Estados somalíes durante antes de la Segunda Guerra Civil
Mientras tanto, al margen de los grupos que habían participado en la primera guerra civil, los islamistas tejían sus alianzas. Al-Ittihad al-Islami luchaba contra varias facciones y había conseguido cierto éxito aunque no fue hasta que Hassan Aweys y Sharif Ahmed se unieron a Yusuf Siad, señor de la región de Shabeellaha Hoose y a la misma Al-Ittihad para fundar la Unión de Tribunales Islámicos. Las fuerzas islamistas consiguieron derrotar poco a poco a todos los señores de la guerra que había en las regiones cercanas a Mogadiscio, obteniendo así un gran poder.
Cohesión de bandos y Segunda Guerra Civil
Mientras la UCI crecía en popularidad y avanzaba por los territorios centrales del país, la idea de aplicar la Sharia movilizó a los señores de la guerra que quedaban al sur de la capital para fundar el Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo, una alianza que contaba con el apoyo de Kenia y, según se dice, la CIA. Aun así, no pudieron resistir el embate de los islamistas y tuvieron que abandonar la capital. En su nuevo cuartel general, la ciudad de Baidoa, en cambio, sí consiguieron detener a la UCI con ayuda de fuerzas etíopes. Una nueva guerra comenzaba. Mientras que la Unión de Tribunales Islámicos se quedaba aislada internacionalmente – salvo por el “supuesto” apoyo de Eritrea –, Puntland se sumó a la alianza, ahora conocida como Gobierno Nacional de Transición y a Etiopía, el único país africano que apoyaba a éstos últimos de forma pública y con hombres en el terreno.
Facciones al inicio de la Segunda Guerra Civil
Pese a que el grupo dirigido por Sharif Sheikh Ahmed reabrió el aeropuerto internacional de la capital y el puerto, los cuales habían estado cerrados durante una década, su idea de aplicar la Sharia en su territorio advirtió a la Unión Africana del peligro que eso suponía.
En 2007 Estados Unidos decidió apoyar al GNT mediante bombardeos selectivos con la idea de dar con militantes de Al-Qaeda y de la propia Unión. Con la poderosa maquinaria de guerra etíope sumada a la ventaja táctica que suponía el apoyo americano, los islamistas comenzaron a retroceder.
Un año más tarde, la AMISOM sustituyó a las fuerzas etíopes, siendo una de las grandes misiones internacionales creadas en el seno de la Unión Africana. Unos meses más tarde, la UCI fue derrotada pero la guerra no acabó. Al igual que en Irak, las diferentes facciones que componían la unión se disgregaron y pasaron a la guerra de guerrillas para controlar los territorios que cada una poseía. De entre todos estos grupos destaca Al-Shabaab, un movimiento yihadista radical que supondría una fuente de inspiración para otros grandes movimientos como Boko Haram o Daesh. Además de estos también surgió Hizbul al-Islam o el ARS, que aunque tuvieron fuerza en su momento, actualmente ya no existen o tienen una presencia insignificante en el panorama somalí. Al-Shabaab es la responsable de las matanzas en Uganda o Kenia como venganza por su apoyo al GNT y a la AMISOM y es actualmente uno de los grupos terroristas más peligrosos del continente africano.
Regimiento del nuevo ejército somalí
Actualmente las fuerzas del gobierno y la Unión Africana han ganado mucho terreno a los islamistas pese a que la guerra aun continúa vigente. Si un día termina esta guerra civil, ¿será para siempre o habrá un periodo de paz relativa donde el país volverá a fragmentarse? Todo parece indicar que el “Periodo de los Reinos Combatientes” de Somalia aún se prolongará a lo largo de esta década.
Somalilandia, el verso suelto
Mientras los diferentes señores de la guerra luchaban entre ellos, se conquistaban y se anexionaban territorios, el territorio más noroccidental del país se desmarcaba de Mogadiscio obteniendo una independencia de facto. Su rechazo al gobierno de Siad Barre y a cualquier cosa que pudiese convertirse en su inmediato sucesor provocó que Abdirahman Ahmed Ali Tuur proclamase la independencia de Somalilandia del resto del país en 1991.
El territorio somalilandés era conocido antiguamente como Somalia Británica, un protectorado diferente a la Somalia italiana pero al que un referéndum la unió. Incluso uno de sus paisanos consiguió ser presidente hasta que fuese derrocado por el ya mencionado Siad Barre. Desde entonces la enemistad entre Hargeisa, capital somalilandesa y el clan mayoritario – los Isaq – y la autoridad de Mogadiscio ha sido notoria. Y mientras el resto del país ha vivido en una continua situación de guerra, en Somalilandia han desarrollado su propio sistema monetario, sus Fuerzas Armadas – principales beneficiarias del presupuesto –, Constitución y Parlamento.
Hargeisa, capital del Estado somalilandés
El problema de Somalia no son las etnias – Somalia tiene una de las menores tasas de diversidad étnica del continente africano – sino los clanes, y ahí radica la estabilidad del gobierno de Hargeisa. El clan Isaq es el mayoritario y el que domina las grandes esferas dentro de la autoproclamada República de Somalilandia. Y aunque la paz se mantiene, ninguna nación representada en la Asamblea de las Naciones Unidas se ha atrevido a reconocerla oficialmente. Etiopía, rival histórico de Mogadiscio, es el único país que ha aceptado un consulado somalilandés – y con Puntlandia – mientras que países como el Reino Unido, tal y como desvelan los cables de publicados por Wikileaks, han barajado tal posibilidad puesto que es una antigua colonia suya y más de un millón de somalilandeses o descendientes viven actualmente en Gran Bretaña. En 2001 un referendo sobre la constitución de la nación – declarándola como país independiente – dio como resultado un 97% en favor de ésta, por lo que tal cifra no puede pasar desapercibida para la comunidad internacional.
Pero incluso aquí, en la pacífica Somalilandia, el síndrome de los “reinos combatientes” amenaza con desestabilizar la nación en una eventual independencia. Dos de sus provincias, Awdal y Khatumo, se niegan a separarse de Mogadiscio. Si volvemos al mapa de los clanes vemos que ambas están pobladas mayoritariamente por clanes que no son el Isaq ni sus subclanes y, por ende, son partidarios de la unión federal que propone el gobierno de transición. Así pues, el lector ya se habrá dado cuenta de que en esta nación africana hay un difícil puzle dentro de otro aun más complicado. No es difícil prever que tan complicada ordenación territorial se convertirá en uno de los grandes tableros geoestratégicos de África una vez terminada la guerra.