Los relatos de Cortázar

Por Igork
El libro de relatos Ceremonias, que he vuelto a leer este verano, reúne dos conjuntos de famosas colecciones, Final del juego y Las armas secretas. Recomendar los relatos de Julio Cortázar es asegurarse que la bala traspasará limpiamente el corazón de la diana. Ya su nombre, Cortázar, es a estas alturas una especie de salvoconducto que conlleva una lectura placentera e inteligente. A veces seca, a veces requiere un esfuerzo, como en la novela Rayuela. Por siempre hay una zanahoria al final del camino.En lugar de analizar, simplemente quería compartir cuáles fueron mis relatos favoritos. Aquellos de los muchos excelentes que contienen Ceremonias. A ver si alguien coincide, y a ver si alguien no está de acuerdo. Primero diré que hay uno que me puso de los nervios, que casi odié, No se culpe a nadie. Acabé del pulóver hasta los mismísimos. Quizás Cortázar quería provocar al lector.
Mis relatos favoritos:
Los Venenos. Hay que ser poeta para volver con tanta nitidez a la infancia, a ese microcosmos, muchas veces feliz, de las cuatro calles que conformaban el paisaje de antaño, a ese cuarto con pocos muebles, a esa chica o chico que nos enamoró por vez primera. A esos hombres y mujeres que delimitaban aquellos días con callada alegría; madres, primas, tías, tíos, hermanos…
Las Ménades. Hay un humor volcánico en esta historia, una crítica al público, al consumidor de cultura en general. ¡En cuántos conciertos he oído aplaudir rabiosamente a la mediocridad! ¡Cuántos libros flojitos son alabados hasta la náusea! Es simplemente la historia de un tipo de acude al concierto de clásica de su pequeña ciudad y… De algo tan fútil, el escritor argentino monta un sarao de proporciones gigantescas.
La Banda. Otra vez el humor cortante con notas surrealistas para voltear la realidad. ¿No os ha pasado nunca? Estar en una tienda, bajar una avenida, estar en el trabajo y, de repente, darse cuenta del otro paralelo. Impresionante.
El perseguidor. Posiblemente uno de los relatos más famosos. Juraría que Cortázar hace servir dos alteregos, el saxofonista y el amigo escritorzuelo. Ambos para mirar más allá de las formas. El perseguidor es la historia de un músico (ah, la abstracción) que busca el otro lado, que casi lo encuentra. O incluso llega a encontrarlo. Todo mezclado en un relato aderezado con jazz, sordidez, las luces de París, misteriosas mujeres que entran y salen y una historia de amistad, interesada o no, pero de amistad, al fin y al cabo. El valiente errante y el acomodado. Dos yos agujerando el tiempo-espacio.
Y Cortázar no está solo en el mundo de los relatos. Borges, Ballard, Carver también lo acompañan. Y muchos más, afortunadamente.

Foto tomada del blog "El Perseguidor". Buenos Aires, año del señor de 1983. Cortázar fumando. Qué gran foto, tomada por un tal Dani Yako.

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