No voy a hablar de la estupenda película de Alejandro González Iñárritu ni de la genial interpretación de Leonardo DiCaprio; quizás en otro momento. En este artículo quiero destacar a otro tipo de renacidos, dos tenistas dados por muertos pero que están muy vivos.
Después de disfrutar de la estupenda final del Abierto de Australia 2017, no me cabe duda de que Roger Federer y Rafa Nadal, dos de los mejores tenistas de la historia, vuelven a estar en una plenitud, física y mental, que les llevará a ser protagonistas durante la temporada tenística del 2017.
Tras el paseo triunfal de Novak Đoković y Andy Murray en el 2016, donde salió victorioso Murray arrebatándole el Nº1 a Đoković, se echaba de menos la oposición del Suizo y el Español que, mermados por las lesiones y fuera de forma, no compitieron como nos tenían acostumbrados. Esto les hizo perder posiciones en el ranking ATP hasta situarlos en lugares que, desde el comienzo de sus carreras, nunca habían habitado. Muchos creyeron, y posiblemente debiera incluirme, que el declive deportivo de ambos era ya un hecho, pero el resurgir de ambos, en este inicio de temporada, no ha hecho más que constatar que estábamos, seguramente, muy equivocados.
Los 89 títulos ATP (18 Grand Slam) de Federer, y los 69 ATP (14 Grand Slam) de Nadal, dicen que ambos tenistas son los más laureados de la historia, y viendo el extraordinario espectáculo con el que nos deleitaron el pasado domingo 29 de enero, nadie duda que, durante ésta temporada que recién empieza, volverán a levantar algunos de los trofeos que se les resistieron en el último año y medio. El potente “drive” y, sobre todo, el exquisito revés de Roger, deslumbraron e impresionaron, a partes iguales, como antaño, como también retornó ese potente revés a dos manos y la capacidad mental y de lucha de un Rafa que, es innegable, es ya el mejor deportista Español de todos los tiempos.
Más de 10 años compitiendo por los mejores trofeos crean, irremediablemente, una rivalidad que va más allá de las pistas, pero, en la entrega de premios, se constató que ambos tenistas se veneran; y no sólo por sus cualidades deportivas y sí más por la calidad humana de ambos.
Es lo que tienen los campeones, saben ganar y perder con el gran decoro.