Los rostros de la desesperanza

Publicado el 12 diciembre 2014 por Yusnaby Pérez @yusnaby

LA HABANA, Cuba -“El Estado trabaja por lograr que no haya familia que no tenga una vivienda confortable”, esto dice el artículo 9 de la vigente Constitución de Cuba, en su acápite C. Desde Cubanet queremos compartirles la historia que nos llega de una familia del centro de Cuba, que, desde hace más de dos años, no disfruta de este derecho.

Solange Serrano es residente en Colón, Sancti Spiritus y es madre de tres hijos: Kevin, Kelin y Yoelvis Castillo Serrano, de 11, 10 y 3 años respectivamente.

Solange es desempleada y vive en paupérrimas condiciones, después de haber perdido su casa en abril de 2012. En aquél momento, Solange, tras tratar de conseguir una vivienda inútilmente, desesperada, ocupó de forma temporal un cuarto a medio construir en el Camino de las Cañas de la mencionada localidad. El cuarto cuenta con no más de 15 metros cuadrados rodeados de tres paredes y media, hechas con bloques, que Solange y sus hijos han habilitado lo mejor que han podido con madera, nylon, piedras y tejas para protegerse de la lluvia y el sol.

Solange trató de conseguir un nuevo domicilio a través de las autoridades, pero el vicepresidente del municipio de Colón, le dijo que él no podía hacer nada por ella y que debía esperar, sin fecha.

Mientras tanto, la familia sigue viviendo en condiciones lamentables, en un cuarto que no cumple con las necesidades básicas que constituyen una vivienda. No es un espacio cerrado, lo cual provoca la entrada de la lluvia, mosquitos y otros animales; el piso es de tierra y cuando llueve acumula mucha humedad. No tiene agua corriente ni electricidad en el lugar, y carece de implementos para cocinar. Tampoco tiene instalaciones sanitarias lo que supone un grave problema especialmente para su hijo más pequeño, quien a veces hace sus necesidades dentro del propio cuarto.

Como resultado de estas condiciones de vida es frecuente que alguno de sus hijos sufra de enfermedades que requieran ingreso hospitalario, normalmente de episodios de asma. Kevin, el mayor, es el que más sufre y pasa mucho tiempo en el pediátrico de Sancti Spíritus.

Solange recibe de bienestar social 16 dólares mensuales, de los cuales le descuentan la mitad a cambio de un almuerzo diario en un comedor. Con los 8 dólares restantes debe buscarse la vida para conseguir alimentos para ella y sus hijos, además de encontrar dónde cocinarlos.

Sus vecinos están solidarizados con su situación y le ayudan en lo que pueden, bien cocinando la comida que esta madre resuelve o permitiendo que pasen al cuarto de baño ella y sus hijos. En sus condiciones actuales, Solange se muestra desesperanzada, ni siquiera cree que algún día le entreguen la propiedad de ese local.

La situación de Solange no es aislada. Recientemente, medios oficiales dieron a conocer que solamente en La Habana, 132,000 personas carecen de un lugar donde vivir. Las cifras del resto de provincias no se conocen, sólo se sabe, gracias al último censo realizado, que el 60% de las viviendas en Cuba están en mal estado.

Puede decirse que este problema es el más grave que sufren los ciudadanos en Cuba. El Estado, con su reducido plan de residencia social es incapaz de garantizar soluciones de la magnitud requerida para que todos los cubanos puedan disfrutar de un hogar digno.