Los señoritos patricios de Podemos

Publicado el 20 enero 2016 por Cronicasbarbaras

Hasta bien entrado el siglo XX los españoles se distinguían entre ellos por su origen: clero, hidalgos --“hijos de algo”--, y plebeyos.

Los hidalgos, patricios romanos de su época, llegaron a ser el quince por ciento de la población; en el siglo XIX apoyaron el Carlismo en las actuales comunidades históricas, y en los 1930 muchos pertenecieron a la Falange: dos nacionalismos rivales, pero complementarios.

El número dos de Podemos, Íñigo Errejón, acaba de publicar en “El País” un artículo titulado “Desprecio patricio” donde expone el pensamiento maniqueo de su partido: el enfrentamiento de las “élites”, los “aristócratas”, los despectivos patricios, con los plebeyos, los “excluidos”, “los de abajo”.

Los patricios, los hidalgos, claro, son “los viejos partidos”, que hay que derrocar para “empoderar” a los segundos, que son ellos; aunque, observemos a sus tres jefes.

Pablo Manuel Iglesias es nieto de un funcionario misteriosamente enchufado en el Ministerio del Trabajo franquista tras haber estado condenado a muerte acusado de asesinar derechistas durante la guerra civil.

Varios de sus hijos también fueron colocados allí, como corresponde a la buena casta. El padre de Pablo fue inspector de trabajo y funcionario de alto nivel. Él, encastrado en la Complutense como profesor sin oposiciones.

Errejón es hijo del director general de Políticas Ambientales de la Agencia Estatal de Evaluación y Calidad, y alto cargo político durante tres décadas. Más casta.

Carolina Bescansa pertenece a una familia de empresarios gallegos, farmacéuticos creadores de laboratorios y de la electrónica Televés. Ella fue consejera de una de las empresas del grupo. Aquí hay casta pero no caspa: Bescansa fabrica champús.

Ellos son los patricios, los hidalgos, los señoritos, la casta heredera de carlistas y falangistas, con discursos sociales similares a los de esas ideologías totalitarias.

¿La vieja clase? Sólo un ejemplo: un plebeyo es el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, hijo de un albañil, catedrático de verdad, y no profesor de cuarta categoría por enchufes o dinero como estos podemistas. 

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