Ayer recibí una noticia que me ha entristecido muchísimo. Uno de los seres humanos más especiales de mi vida está pasando por un momento muy duro y no estoy cerca para apoyarlo y darle la mano.En medio de la presión que siento en el pecho, tengo que seguir mi vida y evitar que mi hijo se afecte por cómo me siento. Lo último que quiero es pasar esa tristeza a mi chiquito.
Anoche, como todas las noches, saqué un minuto para orar junto a mi hijo. En esta ocasión la plegaria iba a esa persona especial. Comencé a llorar porque sencillamente no pude evitarlo. Mi hijo me siguió los pasos, solo que sus lágrimas eran producto de las mías. Lo besé y abracé fuerte. Le dije que mamá estaba bien y que solo estaba triste. Todo pasará, subrayé.Mi chico puso su mano en mi mejilla y me dijo: "Vamos a dormir mamá". Dos cosas:1. Colocar su mano en mi mejilla fue una manera de consolarme.2. Decir "vamos a dormir mamá" fue la manera de decirme MAÑANA SERÁ OTRO DÍA.Y así es como trabajan los sentimientos de una madre y tenemos que batallar con eso todos los días.Foto del post: rachel a. k. via photopin cc------
Este post es parte del reto del National Blog Post Month (NaBloPoMo) de BlogHer. Todos los días del mes de noviembre compartiré una historia en el blog. #NaBloPoMo
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