“Los Serrano” (2): Imagen deformada de los padres frente a los hijos

Publicado el 15 octubre 2010 por Alfmendiz
En el post anterior hablábamos de la imagen contradictoria que la serie “Los Serrano” había construido en su desarrollo argumental acerca de la mujer: presuponía en ellas una actitud independiente y autónoma, pero la historia la mostraba siempre necesitada de afecto y cariño.
¿Y qué imagen daba de los hombres, sobre todo en la relación con sus hijos? Cito de nuevo el trabajo de Ruth Gutiérrez en el libro Series de televisión. El caso de Médico de familia, Cuéntame cómo pasó y Los Serrano:
Por otro lado, los personajes adultos de Los Serrano juegan a ser eternos adolescentes. Esta característica es una fuente de humor: se acepta la lógica de la gamberrada como modo de salir airoso de los conflictos. Sin embargo, el contagio que sufren los adultos del modelo juvenil, rebelde y contestatario, los desautoriza. Los padres, Diego y Fiti, por ejemplo, son frecuentemente manipulados por sus hijos, sea en el trato con otros personajes, sea en el modo de tomar decisiones laborales o amorosas. Los personajes de los niños y de los jóvenes asumen conductas adultas y roles que intercambian con los padres y el mundo adulto en general: por ejemplo, toman las decisiones sobre la educación que quieren recibir; examinan y revisan con frecuencia la conducta de los padres”.
Desde este punto de vista, la premisa dramática de la serie (la guerra de sexos) se vuelve también falaz e inconsistente: porque no es ese el motor dramático de los acontecimientos. También aquí –como señalábamos en el post anterior– la serie se vuelve contra sus fundamentos. Y al destruir su premisa narrativa, la serie se autodestruye: se ve obligada a forzar las conductas de los personajes, especialmente las de las mujeres. Esto hace que las relaciones “familiares” se diluyan en un mar de afectos inconsistentes y que los personajes sean inestables emocionalmente.
Por otro lado, frente a unos padres que son representados en la serie como inmaduros y permisivos, los jóvenes adolescentes aparecen como los líderes dramáticos de la serie. “Sus conflictos y problemas –señala Ruth– son fundamentalmente también de tipo sexual y se desarrollan sobre todo en la escuela y, rara vez, en lugares de ocio. En ese sentido, los estudios tienen una importancia escasa en la serie, sirven de mero contexto, dando pie a engaños y mentiras que no se resuelven; como, por ejemplo, el robo y la venta de exámenes, la mejora en los estudios para buscar la atención de una profesora guapa, etc. A medida que transcurre la serie, la escuela va perdiendo su sentido educativo para convertirse en un contexto aséptico o plataforma escénica para que tengan lugar las relaciones de género”.
Visto así, podemos entender porque una serie que contó con el apoyo incondicional del público, construyó una imagen falsa de la familia. Fundamentalmente, porque la premisa de la que partía era también falsa, y ni siquiera los propios guionistas fueron capaces de mantenerla dentro de los límites de la consistencia dramática.