Los sesgos irracionales y la política

Publicado el 16 noviembre 2018 por Trinitro @trinitro


Comenzaré una serie de artículos en los que me centraré en como los diversos sesgos emocionales e irracionales afectan nuestra toma de decisiones e influyen en la política. Creemos que nuestras decisiones, preferencias y valores políticos son fruto de un proceso interno de reflexión y análisis, que a medida que maduramos vamos puliendo y haciéndolo más y más racional.

Un cambio de preferencia política lo interpretamos no como un cambio interno en la forma emocional de percibir el mundo (que es en el fondo lo que está ocurriendo) sino como fruto de un análisis pausado que nos lleva a interpretar racionalmente la realidad de otra manera. Nuestros valores políticos los consideramos como parte inherente de nuestra maduración personal, elementos que vamos contrastando con la experiencia y la acumulación de conocimientos. Las decisiones políticas (lo que votamos, o si somos actores en cualquier decisión política) consideramos que nacen de elementos racionales y de análisis que hemos interiorizado.

En la mayor parte de casos esto es puro relato que nos explicamos a nosotros mismos del porqué pensamos de una manera o tomamos determinadas decisiones, en general tanto nuestros valores, decisiones como preferencias políticas tienen un alto nivel de irracionalidad y nuestros sesgos emocionales influyen más que nuestra capacidad de racionalidad.

Es bastante sencillo demostrar que nuestros valores políticos están muy relacionados con nuestra identidad política. Como nos vemos nosotros mismos en la sociedad, que sitio creemos ocupar, con quien nos sentimos más próximos, etc… definirán nuestra identidad de clase, de intereses, nacional o cultural. Negar que en nuestra identidad de clase o nacional no pesan elementos altamente irracionales y emocionales, es negarnos como seres humanos.

De hecho ya no solo hablamos de preferencias, valores o decisiones. También el cómo vivimos la política tiene altos elementos de irracionalidad y de sesgos emocionales. La vocación activista, el grado de dedicación a una causa, el vínculo y la beligerancia con la que defendemos nuestras ideas, todo esto responde más a motivaciones emocionales internas que a elementos racionales. Incluso el rol que tomamos respecto a la política o dentro de las organizaciones políticas. Es más, la asunción de riesgos personales o colectivos, tienen altos elementos irracionales.

Los que vivimos la política muy a flor de piel, la tocamos a diario, como puede pasar para millones de personas en Catalunya, la capacidad de encajar malas noticias o saber ponderar las buenas tiene un efecto emocional. Este canal (las informaciones externas alteran nuestras emociones) es de doble sentido, nuestras emociones alteran como percibimos esas noticias o como actuamos, pensamos y en el fondo sentimos en política.

Pero no quiero dar un relato negativo de la política emocional y irracional. En situaciones de incertindumbre y en política hay docenas, la capacidad de tomar decisiones parcialmente irracionales es necesario para tirar adelante. Sin el motor emocional no cambiaríamos las cosas. Un actor púramente racional no haría huelgas, esperaría que otros las hicieran, no saldría a la calle, solo aprovecharía el trabajo de los demás, o no lucharía por causas que requieren un trabajo a largo plazo y cuyos frutos son inciertos. La capacidad de tomar decisiones gracias a la emocionalidad, son herramientas que tenemos los humanos para seguir adelante en situaciones donde la incertidumbre o la dificultad objetiva haría que nos quedáramos quietos.

En esta seria dejaré de sobrevolar generalidades y me adentraré en ejemplos concretos de como la irracionalidad y las emociones influyen en las decisiones, valores y preferencias políticas. Tocaré desde la alta dirección como elementos cotidianos que nos afectan a todos.

Ser consciente del comportamiento irracional no evita que lo sigamos desplegando, pero sí nos permite tenerlo en cuenta e incluirlo en nuestro análisis, entendernos y entender a los demás. Gran parte de los errores graves en política se han dado no por ser irracionales, sino por negarnos a asumir que lo podemos ser, no contemplar los elementos emocionales que se producen en la toma de decisiones de los líderes es asumir que van a haber más errores y siempre en la misma dirección.

De hecho, creer que somos seres básicamente racionales si que es una creencia irracional.