Ahora en su nuevo libro La fuerza del silencio, oímos este desahogo: “He vivido un doloroso asesinato a manos de la calumnia, la difamación y la humillación pública, y he aprendido que, cuando una persona decide destruirte, no le hacen faltan palabras, ni saña, ni hipocresía: la mentira tiene un inmenso poder de elaborar argumentos, pruebas y falsas verdades. Cuando ese comportamiento procede de hombres de Iglesia y, en especial, de obispos ambiciosos y falsos, el dolor es aún más profundo. Pero (…) conservemos la calma y el silencio, pidiendo la gracia de no permitir que nos invadan el rencor, el odio y los sentimientos mezquinos. Mantengámonos firmes en el amor a Dios y a su Iglesia, firmes en la humildad”.
Frente a la dictadura del ruido, La fuerza del silencio, publicado por Editorial Palabra.